A Carlos Fuentes (mexicano, nacido en Panamá en 1928) le duele México. Desde siempre, pero ahora más que nunca, dice.
El del maestro de las letras es un país actualmente ‘perforado’ por las guerras del narcotráfico, el crimen organizado y la corrupción de casi toda la vida. Esa aflicción se refleja en su obra literaria y con más crudeza en ‘La voluntad y la fortuna’ y ‘Adán en Edén’, dos de sus últimas novelas. Una y otra dibujan, a través de sus personajes, una suerte de radiografía de las calamidades que devastan a México.
El laureado autor de ‘La muerte de Artemio Cruz’, ‘Gringo viejo’, ‘La región más transparente’, etc., estuvo estos días de paso por Bogotá, para participar en el foro Los temas de nuestro tiempo.
El ganador del Premio Cervantes en 1987 dialogó con este Diario acerca de su obra literaria y de ese país que le duele…
¿Por qué el desasosiego por México es permanente en su obra?
Siempre ha estado ahí, no solo en las últimas, sino en todas. Porque un novelista es crítico con su país. Una de las funciones que cumple el novelista es ser crítico. No hay novelistas que den buenas noticias. Muy pocas novelas terminan felizmente. Quizá ‘Don Quijote’ y ni eso, porque muere. Hay pocos héroes positivos: el Quijote, el príncipe Mishkin (NdlR: Lev Nikoláyevich, el protagonista de ‘El idiota’, obra del genial escritor ruso Fiódor Dostoievski). Un final feliz se lo reservamos a Hollywood. En una novela, no.
Ese desasogiego se hace más patente en sus últimas novelas, ‘La voluntad y la fortuna’ y ‘Adán en Edén’. ¿Una y otra son novelas políticas, entonces?
Yo no escribo denuncias. Eso le corresponde a la prensa. Son novelas en las que hay un punto de vista y un punto de vista contrapuesto y una dialéctica, pero de ninguna manera, una denuncia. Eso no me interesa. Las denuncias, a la Policía.
Pero son novelas políticas.
Algunas sí, otras no tanto.
¿Qué se puede hacer desde la literatura contra el terrorismo que han impuesto los narcotraficantes?
Nada, absolutamente. Esta es una cuestión de Estado. La seguridad es una cuestión de la Policía. En este caso no podemos hacer nada al respecto.
¿Qué influencia puede tener su libro ‘Adán en Edén’ para los mexicanos que viven entre la inseguridad, los narcotraficantes y los políticos corruptos?
La inseguridad es más fuerte que cualquier novela. En realidad, una novela es un granito de arena en una playa muy vasta. De manera que un escritor aborda temas que le interesan. Honoré Balzac no cambió a Francia. De manera que no pretendo ser lo que no soy.
¿Cuándo se jodió México, hasta volverse un país prácticamente ‘perforado’ por el crimen organizado?
Desde los aztecas. Yo siempre he estado jodido. En el fondo, es casi como una virtud. En México no hay un ‘happy end’.
¿Se puede decir que la desgracia de su país está ligada con el hecho de que comparte frontera con EE.UU.?
De ninguna manera. Yo creo que es más peligroso para los americanos ser vecinos de México, que para México serlo de Estados Unidos. Porque EE.UU. nos permite un ingreso laboral de 45 millones de personas que hablan español, que comen comida mexicana, que cantan canciones mexicanas.
¿Hacia dónde cree usted que va América Latina?
Yo creo que América Latina va hacia la democracia, siempre y cuando resuelva el problema básico de la pobreza. La mitad de los latinoamericanos vive en diferentes grados de pobreza y es difícil que la democracia se sostenga en los millones de pobres. La mayor atención que tienen que brindar los gobernantes es sacar de la pobreza a esa mayoría de la población.
¿Qué se avizora en el panorama político de México? ¿Es inevitable que Enrique Peña Nieto y el PRI vuelvan a la Presidencia en el 2012?
No sabemos lo que puede pasar. Pero puede ser que aparezca un candidato independiente para la Presidencia. A estas alturas, resulta muy difícil saber quién va a ganar.
Después de ‘Adán en Edén’, ¿en qué se encuentra trabajando?
Ahora tengo un trabajo en inglés, que aborda la historia de la novela latinoamericana. Se publicará en Chicago.