Cara a cara con el transeúnte, ese es el desafío

En el Bulevar de la 24 de Mayo. El Grupo chileno Patogallina fue uno de los participantes, en talleres y con obras  en la cita de teatro callejero. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

En el Bulevar de la 24 de Mayo. El Grupo chileno Patogallina fue uno de los participantes, en talleres y con obras en la cita de teatro callejero. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Sacar el teatro de los escenarios formales y llevarlo a las calles no es una propuesta nueva, pero sí el camino en el que insisten algunos grupos involucrados en las artes escénicas, empeñados en crear una forma de arte ‘más libre’ para mejorar su acercamiento con el público, a través del diálogo y la interacción.

El concepto de teatro, por ejemplo, empieza más allá del escenario y se traslada a las plazas, cara a cara con los transeúntes, los vecinos y los curiosos. En lugares diferentes, descontracturados y sin las condiciones técnicas del teatro convencional, la danza, la música y el humor se han ganado espacios en la ciudad. Plazas emblemáticas, barrios, parques y parroquias de Quito fueron testigos de variadas propuestas de arte popular escénico.

Durante una semana, el IV Encuentro de Teatro para espacios públicos, abiertos y alternativos dio vida a personajes, situaciones, experiencias y reacciones.

“El objetivo de este tipo de encuentros es que se cualifique y revalorice el trabajo del teatro en la calle. Este género tiene un sinnúmero de expresiones que no se manifiestan solo en la comicidad”, dice Héctor Cisneros, de la agrupación Perros Calle...jeros.

Es un incentivo para que los teatristas hagan cosas en el espacio público y no se rijan solo al espacio cerrado, “porque se encierran y se conforman con el público que paga la entrada y no se dan cuenta de que afuera está la gente del pueblo, la gente que estáávida de recibir una estimulación estética y espiritual”, agrega.

Además de querer que al teatro en espacios públicos se lo aprecie, los artistas tienen otros retos que enfrentar. Y uno de ellos es el de cambiar una idea que está instalada en el imaginario colectivo de las personas: creer que hacer teatro en la calle es contar un chiste.

Y es que el humor está presente en muchos de los montajes para espacios públicos, “pues a nivel general existe un tipo de facilidad en el chiste. Muchos son esperados, son fijos, son una marca. Lo que falta es una búsqueda del humor. Hay que intentar que el chiste no solo provoque risa, sino que la risa y el chiste, juntos, provoquen algo más”, opina el artista independiente Jorge Carrillo.

Para el maestro chileno en artes escénicas y director del grupo La Patogallina de Chile, Martín Erazo Perales, quien participó en el taller de montaje escénico del Encuentro, el humor es la manera de entrar al alma de las personas que están en la calle.

Uno de los desafíos de hacer teatro en la calle es saber utilizar el espacio de manera inteligente, saber que hay que trabajar con la imagen y la corporalidad. “Hay que proyectar imágenes e ideas más que en una sala teatral, porque en un teatro no hay nada que interrumpa, mientras que en la calle hay que concentrar al espectador en una imagen”, agrega el maestro chileno.

La calle, su escenario, es un espacio acelerado que se ve envuelto en una cotidianidad de estrés y presión, en donde los actores plantean una propuesta divertida para el público. “La idea es que se deje algo en el público como para que no sea un acto de intervención solo por intervenirlo, sino para lograr un cambio, un frenazo al ritmo acelerado de la ciudad”, concluye Carrillo.

Otro desafío con el que se enfrentan los teatristas, según Cisneros, es el clima y el poco apoyo de las autoridades. “Hace más de 30 años empezó a generarse el espectáculo callejero artístico, en el centro, y aún así el imaginario colectivo parece ser el mismo. Nosotros queremos cambiar el espacio público. Ahora estamos hacinados en el parque El Ejido y en la Plaza del Teatro. Queremos que mejore en calidad y que se masifique, que no se quede en el Centro y que rote por otros lugares”.

La participación de oficiantes de culturas milenarias y ancestrales del Ecuador con demostración de rituales cotidianos, festivos, mágicos y teatro primitivo fue la particularidad de este encuentro que, cada año, reúne a artistas para continuar con el proceso de la valorización y promoción del arte popular escénico en Quito.