De las ocho obras que fueron escogidas como parte del Salón de Julio, tres son pinturas propiamente dichas. Las restantes están dentro del llamado arte extendido, trabajos que dejan de lado el lienzo como espacio de creación.
Una ventana gótica picada en la pared del salón, cuya forma se proyecta en el suelo utilizando el mismo material de la pared, un libro de historia de arte con sus textos eliminados con líquido corrector y un tejido bicolor son las otras propuestas escogidas.Esto, relativamente, no es nuevo para el Salón de Julio, organizador por la Municipalidad de Guayaquil. Como señala Pilar Estrada, directora del Museo Municipal, tampoco puede ser considerada como una tendencia, “sino resultados normales del desarrollo que tiene el arte”.
El concepto de pintura expandida es un tema que se trabajó mucho en las vanguardias, en la primera mitad del siglo XX. Incluso, el Salón de Julio nace como un espacio de vanguardia.
La primera obra de arte expandido que participó en este espacio fue en 1967. Dos años más tarde, un trabajo de León Ricaurte ocupó el segundo lugar con una obra que incluía metal sobre lienzo. En 1985, Édgar Carrasco logró el primer premio con una obra de ácido sobre metal.
En otros espacios, las propuestas son más diversas, incluyen videos, performance, grabados, dibujos’ Una de ellas es la Bienal de Cuenca. Para Diego Carrasco, presidente de la Bienal de Cuenca, esta situación obedece a la evolución del posmodernismo, que hace que existan cada vez nuevas formas de expresión del arte.
Estos nuevos procesos que se viven a escala mundial han obligado a la Bienal Internacional de Cuenca a cambiar sus bases. Hasta su séptima edición solo recibía obras pictóricas trabajadas en diferentes técnicas como lienzo, acuarela, tinta’
Según Carrasco, esta modificación busca registrar lo que está pasando en las artes plásticas y ser como una especie de sismógrafo para evidenciar lo que pasa con las diferentes propuestas.
Para Eudoxia Estrella, directora del Museo de Arte Moderno, los museos y bienales son los espejos de lo que está sucediendo con el arte y una muestra de ello es el arte contemporáneo que se exhibe. Considera que es positivo mostrar trabajos de performance, video, objetos, entre otros, siempre y cuando estos hayan nacido bajo un concepto y un sustento de conocimientos profundos.
Sin embargo, explica que en la actualidad no se cumple con esa construcción profunda que obedece el arte. Estrella sugiere que se debe hacer una preselección de las obras, a través de un jurado calificado para cada área y que haga una selección de las mismas
Para Juan Pablo Ordóñez, ganador de la IX Bienal de Pintura de Cuenca, el panorama de las artes visuales en el Ecuador ha tenido una permanente transformación. Lo que pasa con los concursos y convocatorias artísticas públicas, como la Bienal y los salones, es que poco a poco se están adaptando a este nuevo escenario de prácticas artísticas diferentes.
Ordóñez explica que los salones siempre se han pensado como el espacio para reconocer y legitimar artística y económicamente lo más nuevo, lo más contemporáneo de la producción local y nacional. Sin embargo, en los últimos años existen nuevas prácticas y espacios de discusión del arte que aún no forman parte de estas convocatorias, por lo que podríamos decir que el ritmo al que caminan los salones no es igual al ritmo al que avanza el arte contemporáneo del Ecuador.
Esta situación hace que en el país exista una gran cantidad de opciones y espacios de participación y exhibición fuera del circuito de salones, en los que se puede encontrar lo más arriesgado de la producción artística contemporánea como: el encuentro Al Zur-ich (Quito), Todo por un Yorch (Guayaquil), Festival de Arte Acción (Cuenca) y otros.