Las canciones del español Joan Manuel Serrat suenan más fuerte y a menudo por estos días en el café galería Barricaña. Todas las noches, e incluso en el día, uno tras otro se repiten los temas con los que el actor Alfredo Martínez consumía sus noches sumergido en el whisky, en la poesía y en las reflexiones sociales. Eran temas recurrentes cada vez que un poco de alcohol le avivaba la lengua, los sentimientos y la sensibilidad.Era un hombre bohemio por excelencia. A sus amigos del grupo de teatro El Juglar no les averguenza recordarlo así después de su reciente muerte, producto de una toxoplasmosis y encefalitis. Esa enfermedad se desarrolló en medio de complicaciones estomacales y ganglios linfáticos inflamados.
Él disfrutaba escuchar y cantar la canción Mediterráneo, pero su vida artística, quizá, se resume y se condensa en una de las estrofas épicas de la canción La bohème (La bohemia) del cantante y compositor francés Charles Aznavour: “Teníamos salud, sonrisa, juventud y nada en los bolsillos. Con frío y con calor, el mismo buen humor bailaba en nuestro ser. Luchando siempre igual con hambre hasta el final hacíamos castillos. Y el ansia de vivir nos hizo resistir y no desfallecer”.
fakeFCKRemovePero la vida de Martínez desfalleció pese a sus ansias de vivir después de tres meses de intensa lucha contra la enfermedad que, según su amigo Isidro Murillo, “apagó sus ilusiones, sus sueños y lo más honesto que tenía: su mirada”.
Murillo, también actor, dice que su amistad con el introvertido Martínez alcanzó el nivel de ‘pata’ (amigo fiel e incondicional). La relación entre estos dos actores, pupilos del director argentino Ernesto Suárez, pasó por tres niveles: primero fueron compañeros, luego amigos y después hermanos.
La hermandad se fortaleció durante una gira por Perú, Chile y Argentina junto a Roosevelt Valencia y Carlos Guerrero. A esos países llevaron la obra ‘Cómo e’ la cosa’, en la que Alfredo caracterizaba al montubio que llega a la ciudad y es ‘cuenteado’ por el sabido.
El guión surgió de las mentes de Martínez, Suárez y Oswaldo Segura durante el taller. Con este trabajo El Juglar reafirmó su tendencia a las situaciones cotidianas y los personajes estereotipados. Eso ya se había visto en Guayaquil Súper Star.
En El Juglar, los actores habían asimilado que “nadie era indispensable, pero todos importantes”, recuerda Azucena Mora, otra integrante del grupo que compartió por más de 30 años los escenarios con Martínez. Por eso era común ver al actor representar con facilidad a un médico, a un enfermo, a un montubio o a un futbolista.
Este último papel lo interpretó ‘El centroforward murió al amanecer’, escrita en 1955 por el argentino Agustín Cuzzani. Ahí, Alfredo era Arístides ‘Cacho’ Garibali, del Nahuel Athletic Club, que muere en la horca por intentar matar a Lupus, un multimillonario lo había comprado para que forme parte de su colección de personas valiosas. Entre ellos estaban Nora Rodrigova (bailarina), Hamlet (actor), Profesor Westerhausen (científico) y King Kong (hombre mono).
Valencia recuerda que esta fue una de las obras que más disfrutó Martínez, quien, al igual que el futbolista, “luchaba por la igualdad de clases”.
El pasado 16 de octubre Guayaquil Súper Star pudo montarse pese a la ausencia de Martínez, que en la obra también caracterizaba al montubio. Sus compañeros lo hicieron de manera solidaria con él.
Quienes lo vieron sobre el escenario, dicen que Martínez tenía una presencia escénica imponente. Eso lo llevó a participar en la película ‘Ratas, ratones y rateros’, de Sebastián Cordero. Por eso mismo el actor y director Luis Mueckay lo invitó a participar en los musicales ‘El vuelo de Lavoe (Héctor)’ y ‘Pedro Navaja’, en el teatro Centro de Arte y en Sarao. Su versatilidad era admirable. Cantaba, bailaba, actuaba… Escribía ensayos, poesía, y analizaba la realidad social. Bastaba que un poco de alcohol del Barricaña lo desinhibiera.
Su muerte dejó en el limbo la obra ‘El Retorno’, un trabajo experimental que iba a dirigir junto a Murillo. El argumento gira alrededor de una pareja de migrantes que regresa a Ecuador.
Los ensayos se suspendieron hace tres meses justo cuando la salud de Martínez empeoró, pero la obra será montada. Murillo, en honor a su ‘pata’, será quien la dirigirá.