El cultivo del coco es ícono de la economía de Esmeraldas

Leonardo Paredes es uno de los productores que lleva el coco de El Bajito y Canchimalero a Borbón. Foto: Marcel Bonilla/ EL COMERCIO.

Leonardo Paredes es uno de los productores que lleva el coco de El Bajito y Canchimalero a Borbón. Foto: Marcel Bonilla/ EL COMERCIO.

Los productores de la isla Canchimalero quitan la estopa a la fruta,junto a la playa y cerca del manglar. Foto: Marcel Bonilla/ EL COMERCIO.

Los 110 productores de coco del Bajo Borbón, en el norte de la provincia de Esmeraldas, cultivan las palmeras, a través de técnicas ancestrales.

En las fincas han desarrollado espacios para preparar la siembra de las nuevas plantaciones: se da cuidado a la semilla, cada planta se coloca de 10 a 15 metros de distancia y se usan fertilizantes naturales.

El presidente de la Asociación de Productores de Coco Afro del Norte de Esmeraldas, Guillermo Castillo, explica que se agruparon hace dos años para fortalecer su trabajo y abastecer a los mercados de Quito, Ambato, Guayaquil, Machala y Manta, de donde provienen sus clientes.

La organización y el mejoramiento de la calidad del coco han hecho que su producto sea más demandado, pues antes se prefería al de Tumaco-Colombia, lo cual los perjudicaba.

De acuerdo con un censo realizado por los productores en el 2015, en la zona están sembradas 8 870 hectáreas de coco; las plantaciones crecen en San Lorenzo y Eloy Alfaro. Solo en este último hay 5 000 hectáreas que producen un promedio de 800 000 unidades cada mes; se comercializan en las cinco ciudades.

En las fincas, cada uno se vende entre USD 0,25 y 0,50. De allí se abastecen las mujeres que elaboran las cocadas en la comunidad El Capricho, una población del Bajo Borbón, en el cantón Eloy Alfaro.

Las emprendedoras elaboran coco seco empacado al vacío y cocadas con miel de caña de azúcar, que se vende fuera de la ciudad de Esmeraldas con la marca El Capricho.

Leonardo Paredes es uno de los productores que lleva el coco de El Bajito y Canchimalero a Borbón. Foto: Marcel Bonilla/ EL COMERCIO.

La miel de caña es otro producto que las poblaciones afro del norte de Esmeraldas cultivan ancestralmente. Desde el borde del río Cayapas se observan los cañaverales y los trapiches para extraer el jugo.

Entre las zonas productivas de coco están La Tolita Pampa de Oro, que tiene extensas plantaciones. La fruta es parte de la gastronomía de La Tolita. Es utilizada para el tradicional encocado de cangrejo azul, que se ofrece a los turistas. También se sirve su agua a los visitantes que llegan para conocer la historia cultural.

Otras plantaciones están en Canchimalero, una isla ubicada al lado de la ciudad de Limones. Su población se dedica al cultivo y a la pesca artesanal.

Leonardo Paredes, un productor, transporta los cocos en una canoa, por el manglar del Bajito y Santa Rosa, para comercializar 2 000 unidades los fines de semana en Borbón.

La playa de Canchimalero, junto al nicho de San Martín de Porres (Santo Negro), es el sitio destinado a los peladores de la fruta. Ahí recogen la estopa para evitar arrojarla al mar.

Los productores del Bajo Borbón, como Manuel Ayoví, producen 6 000 unidades al mes en sus 15 hectáreas; cree que se debe dar valor agregado para mejorar sus ingresos.

Pércides Soliz tiene cinco hectáreas y genera USD 3 000 al mes, lo cual es poco; por eso pide el mejoramiento de los caminos, para conseguir un mejor pago por cada unidad. La mayoría traslada las cosechas por vía fluvial.

Una de las propuestas de los asociados es destinar el 50% de su producción para montar una pequeña industria , con la ayuda de Gobierno Provincial, y elaborar productos.

El director de Fomento Productivo de la Prefectura, Patricio López, explicó que con los productores se trabaja en una propuesta para aprovechar la estopa del coco y el financiamiento del proyecto se hará con apoyo internacional.

El propósito es comprar toda la estopa para fabricar productos derivados de esa fibra natural, como alfombras y productos afines, luego de un proceso de industrialización.

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