Las clases de kichwa llegaron a La Floresta

Elvis Maldonado (centro) dirige el Centro de Estudios desde hace 7 años. Dicta clases para difundir las tradiciones y cultura de su pueblo. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO

Elvis Maldonado nació en Imbabura, pero vive en Quito desde hace 14 años. Llegó a la capital en busca de más oportunidades: trabajo, estudios.
Al inicio, cuenta que la experiencia le resultó divertida, enriquecedora, pues además de emprender un negocio de venta de ropa, el viaje a Quito le sirvió para conocer gente y perfeccionar su español.
Sin embargo, con el tiempo sintió la necesidad de hablar en su idioma: el kichwa. “Y no tenía con quién. Me desesperaba. En ese entonces no había libros, nada”, recuerda.
Fue entonces cuando surgió la idea de dar clases y de difundir las costumbres y tradiciones de su pueblo. Al inicio compartía frases comunes entre sus amigos y con su cuñada, originaria de Estados Unidos.
Ahora, Maldonado suma 10 años de experiencia como profesor de kichwa. Por sus aulas han desfilado hombres y mujeres de diferentes edades y de varios países. En la lista están Alemania, Francia, Japón, Holanda o Estados Unidos.
Hace 10 años, sus clases estaban dirigidas en un 90% a extranjeros, pero ahora, afirma, hay más estudiantes locales y la mayoría es mujer. “Mi idioma no era bien visto por los ecuatorianos hace 20 años atrás. Decían que era un idioma de indios. Ahora es diferente. Hay más alumnos locales desde hace 12 o 10 años”.
Ese interés lo entusiasmó y lo motivó a abrir una escuela en La Floresta, pues al inicio las clases se cumplían en diferentes locales cada día. “Los alumnos me pedían un lugar fijo y aquí estamos”.
Las clases de kichwa también se dictan vía on-line. En la actualidad tiene estudiantes ecuatorianos radicados en Estados Unidos, Bélgica, Colombia, Holanda y Chile.
El taller contempla cuatro módulos de 48 horas de duración cada uno. Antes, eran 36. Se aumentaron horas para que los estudiantes tengan tiempo para practicar el idioma.
En las clases los participantes aprenden gramática a través de la escritura y lectura.
Ximena Cabezas es una de sus alumnas. Suma un año de clases y está encantada con el idioma. Reconoce eso sí que es complicado aprender y que toma tiempo entender el origen de ciertas palabras.
“Detrás de cada palabra hay una historia y para mí es importante conocerla”. Esa historia, precisamente, la cuenta Maldonado, pues cuando abrió la escuela también lo hizo pensando en la difusión de su cultura.
Él teme que un día las costumbres y tradiciones se olviden y desaparezcan. Hace esa afirmación porque ha constatado que jóvenes que viven en las diferentes comunidades prefieren el inglés antes que el kichwa. “Dicen que mi idioma no les da réditos económicos”.
Y para destruir ese mito Maldonado ha creado una red de maestros kichwa-hablantes que llegan a Quito cuando hay muchos alumnos. Este profesor, por lo general, recibe hasta cuatro estudiantes en su aula.
Cada nivel cuesta USD 100. Las clases se dictan de lunes a jueves. Duran dos horas. Los sábados son intensivos.
Pero Maldonado acepta negociaciones. Una persona, por ejemplo, puede participar en sus clases si trae alimentos u otro tipo de conocimiento. Aquí todo es bienvenido. Incluso funciona el trueque. Damos clases a cambio de aguacates”, cuenta.
Maldonado también permite que los alumnos que terminan los niveles continúen asistiendo a las clases para participar en diálogos, pues otro de sus objetivos es que los ecuatorianos aprendan el idioma y además conozcan las raíces. “Que sepan su historia”.