La construcción de Ciudad Gagarin, un bloque de viviendas ubicado en las afueras de París, comenzó en 1961. Dos años más tarde, Yuri Gararin, el primer hombre que llegó al espacio, inauguró el complejo; una construcción que se convirtió en el escaparate del sueño comunista francés.
Dos décadas más tarde, Ciudad Gagarin acabó reflejando el declive de una sociedad marcada por la desindustrialización y las tensiones sociales. Las familias de obreros, que eran mayoría en un principio, fueron mezclándose con familias de inmigrantes que llegaban del África subsahariana.
Las últimas tres décadas y hasta antes de su demolición, en 2019, este masivo bloque de viviendas sociales sufrió un continuo proceso de deterioro físico y social; factores que de alguna forma mermaron la vida comunitaria que tejieron muchos de sus habitantes.
Este famoso bloque de viviendas es el escenario en el que se desarrolla ‘Gagarin’. La cinta dirigida por Fanny Liatard y Jéremy Trouilh tiene como protagonista a Yuri (Alséni Bathily), un joven de 16 años que intenta detener la demolición de este complejo y que sueña con ser astronauta.
En medio de este empeño, Yuri y sus dos amigos: Diana y Houssam, viven situaciones que por un lado muestran las distintas dinámicas sociales que perviven en Ciudad Gagarin; y por otro lado la imaginación de un chico que concibe este complejo de viviendas como una nave espacial que lo protege de la soledad y del abandono que experimenta.
A través de este doble juego narrativo entre realismo social y guiños a la ciencia ficción, los directores arman una historia que se aleja del lugar común en torno a la vida en las zonas periféricas de las grandes ciudades; lugares marcados por la presunción de la existencia de la violencia.
Yuri es un joven que está en las antípodas de esa violencia. Aunque de forma literal todos se empeñan por derrumbar el mundo en el que vive, él mantiene su estampa de soñador. Sus anhelos no solo están puestos en su afán de viajar por el espacio, sino también en recordarles a quienes están a su alrededor la importancia de la vida en comunidad.
Una vida que se construye con el cúmulo de pequeñas relaciones, como la que Yuri tiene con una de sus vecinas; una mujer inmigrante que le narra la vida en los años ‘dorados’ de Ciudad Gagarin; y que en medio de su abandono se convierte en un soporte afectivo.
Yuri es un joven soñador, dulce y muy creativo, que al igual que el complejo de viviendas en el que mora va vaciándose a lo largo de la película; lo único que lo alimenta es su deseo de que no derriben su hogar y alcanzar ese estado de ingravidez que ve en los videos sobre viajes espaciales.
Al igual que varios de los personajes de ‘La estrategia del caracol’, la película colombiana dirigida por Sergio Cabrera, Yuri encarna ese espíritu de resistencia frente al individualismo feroz de la sociedad contemporánea, que suele parecer encubierto en el sálvense quien pueda y como pueda.
Asimismo, encarna ese anhelo de muchos hombres y mujeres de no conformarse con ver el espacio, sino habitarlo, como sucede en películas como ‘2001: Una odisea del espacio’ y ‘Solaris’, inspirada en el libro de Stanislaw Lem.
Otro de los personajes que intenta resistir a los avatares de la vida es Diana. En ella se encarnan otros anhelos de la juventud. También es una soñadora, pero a diferencia de Yuri, tiene los pies más en la tierra; ella reconoce que vive en una sociedad que la enfrenta constantemente a la violencia y al desamparo.
Los guiños al mundo de la ciencia ficción están acompañados por sonidos como los de Space Oddity, una de las obras maestras de David Bowie; una canción que cuenta la historia del lanzamiento del mayor Tom al espacio y la sensación desoladora y alucinante de flotar que experimenta.
La película es una expansión del cortometraje homónimo que los mismos directores lanzaron en 2015. El filme nació cuando un equipo de arquitectos que estaban estudiando la posible demolición del edificio les pidió que entrevistaran a los residentes que quedaban en Ciudad Gagarin.
Liatard y Trouilh pasaron mucho tiempo con estas personas, fueron testigos de todo el proceso y vieron cómo se marchaban uno tras otro. “Aunque el edificio tenía problemas, todos tenían recuerdos en su interior. Nos inspiramos en sus historias”, contaron en una entrevista.
En el lugar donde antes estaban estas torres, la Alcaldía de Ivry está construyendo edificios más pequeños y eficientes. Con la desaparición de este complejo de viviendas, también terminó una utopía política, que en Europa no tiene mucho eco por estos días.