La energía utilizada por los seres humanos para funciones corporales básicas, como la respiración y la circulación, disminuyó durante los últimos 30 años.
Así lo demuestra un grupo de expertos y científicos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que pertenece a la ONU.
Al contrario de lo que se esperaban, los investigadores descubrieron que no se debe a la reducción del gasto de actividad física, sino a la disminución del gasto basal.
¿Qué es el gasto basal?
El gasto basal es la energía utilizada para las funciones corporales básicas, como la respiración y la circulación. Este gasto, combinado con el que se emplea para las actividades del día a día, conforman el gasto energético total.
Los resultados ayudan a entender cómo la ingesta de alimentos contribuye a la obesidad, una condición que puede disminuir la calidad de vida y contribuir a la aparición de diversas enfermedades.
Considerada ya una epidemia que crece cada día, la obesidad tiene lugar cuando la ingesta de energía es superior al gasto energético de una persona.
Según los autores del estudio conocido el 20 de mayo de 2023, hasta ahora se asume que la obesidad era causada por estilos de vida cada vez más sedentarios, en el que disminuye considerablemente la actividad física y, por el contrario, aumentó la ingesta de alimentos.
Detalles del estudio
Para recolectar los datos en su estudio, los científicos utilizaron agua que contiene dos isótopos estables, el hidrógeno-2 y el oxígeno-18, y así determinar la cantidad de energía que gastó una persona. En otras palabras, cuántas calorías quemaron.
Cada participante consume una dosis de agua doblemente marcada antes de reanudar sus actividades normales. A continuación, se recogen muestras de orina durante un periodo de 10 a 14 días para determinar la rapidez con la que los dos isótopos abandonan el organismo.
Calculando la velocidad a la que se eliminan estos isótopos, se puede estimar la cantidad de dióxido de carbono producida, cifra que está relacionada con el gasto energético.
Para el trabajo de los investigadores, se analizaron mediciones recogidas desde la década de 1980 sobre el gasto energético de más de 4 500 adultos de Europa y Estados Unidos.
Esto permitió a los científicos descubrir que el gasto energético total disminuye desde la década de 1990 en torno a un 7,7% en los hombres y un 5,6% en las mujeres.
‘Resultados inesperados’
John Speakman, autor principal del estudio y profesor del Instituto de Tecnología Avanzada de Shenzhen (China) y de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido), explicó por qué el gasto en actividad subió ligeramente con el tiempo.
“Lo que realmente ha disminuido es el gasto energético basal. Esto significa que la tasa metabólica en reposo de una persona que vive en 2023 es inferior a la de una persona de su misma edad y composición corporal de finales de los años 90. Eso es bastante inesperado. Y no sabemos muy bien a qué se debe”, detalla.
Speakman añade que hay varios factores que pueden explicar por qué ha disminuido el gasto energético basal, incluidos los cambios en la dieta. Sin embargo, necesitan investigar más para poder entender cómo revertir esta disminución.
“Esta podría ser la base de una estrategia útil en el tratamiento de la obesidad. Sin embargo, en la actualidad, la mejor forma de evitarla es no comer en exceso“, aseguró el investigador.
La base de datos contiene más de 8 000 mediciones de 37 países realizadas con su método desde 1981. Dado que las cifras proceden en su mayor parte de investigaciones realizadas en países occidentales, el OIEA empezó un proyecto de investigación coordinado iniciado este año, con el objetivo de añadir información de Asia, África y América Latina.
“Estos datos han permitido comprender mejor la epidemia de obesidad y aporta, por primera vez, pruebas sobre cómo ha disminuido el gasto energético en los últimos 30 años. A menudo, los estudios individuales son pequeños y no generalizables.
Sin embargo, cuando se combinan en una base de datos, pueden abordarse grandes cuestiones sobre las causas de la obesidad”, manifestó la jefa de la sección de Estudios Nutricionales y Medioambientales Relacionados con la Salud del Organismo y coautora del documento, Cornelia Loechl.
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