Investigadores suecos encontraron sustancias químicas industriales persistentes en los órganos de fetos concebidos décadas después de que el uso de estas fuera prohibido en muchos países, indica un estudio que publica Chemospherte.
Investigadores del Instituto Karolinska estudiaron las concentraciones de 22 contaminantes orgánicos persistentes (COP), unas sustancias químicas tóxicas que permanecen en el medioambiente durante largo tiempo y se acumulan en los seres humanos a través de los alimentos, el agua potable y las partículas del aire.
El equipo examinó muestras de tejido adiposo fetal, hígado, corazón, pulmón y cerebro de 20 embarazos que, por diversas razones, habían terminado con un mortinato en el tercer trimestre en el periodo 2015-2016.
Los análisis arrojaron la presencia de al menos 15 de los 22 COP en cada órgano y cuatro de ellos se encontraron en todos los tejidos de todos los fetos.
Esas sustancias eran el HCB, un pesticida que se usaba para proteger los cultivos alimentarios de los hongos; el DDE, insecticida utilizado a mediados del siglo XX y variantes de los PCB, sustancias químicas que servían para productos eléctricos.
La mayoría de los métodos actuales para estimar la exposición del feto a sustancias químicas se basan en muestras de sangre materna y placenta como sustitutos.
Sin embargo, el estudio indica que, para algunas sustancias, las concentraciones en los tejidos fetales superaban a las encontradas en la sangre materna y la placenta, lo que se puede explicar porque estas tienden a acumularse en el tejido graso debido a su estructura.
Sin embargo, los niveles en el hígado y los pulmones del feto también superaron los encontrados en la madre y algunos plaguicidas se detectaron en el tejido fetal incluso cuando no se cuantificaron en las muestras de sangre materna o en la placenta.
“Obtener una imagen precisa de la exposición a sustancias químicas en los primeros años del desarrollo humano es fundamental para evaluar las consecuencias para la salud, tanto a corto como a largo plazo, de las futuras generaciones”, afirmó Pauliina Damdimopoulou, una de las firmantes del estudio.
Por ello, consideraron que hay que actualizar los enfoques de estimación de la exposición química fetal para reflejar mejor la probabilidad de que, para algunas sustancias químicas, esta sea realmente mayor de lo que muestran las muestras de sangre y placenta.
El estudio solo investigó la presencia y concentración de las sustancias químicas, pero no su relación con los posibles riesgos para la salud. Sin embargo, los investigadores señalaron que varios estudios anteriores han relacionado la exposición a los COP en las primeras etapas de la vida con resultados adversos para la salud.