Las cavernas de Agua Yaku son el imán de esta ruta turística

Las cavernas de Mayanchi se extienden en una parte de la selva de la comunidad Agua Yaku. Hay que caminar despacio para evitar caer. Foto: Raúl Días para EL COMERCIO.

Las cavernas de Mayanchi se extienden en una parte de la selva de la comunidad Agua Yaku. Hay que caminar despacio para evitar caer. Foto: Raúl Días para EL COMERCIO.

César Salazar, guía de la zona, conduce a los turistas por su huerto familiar. Foto: Raúl Días para EL COMERCIO.

Las caminatas por el bosque primario, la identificación de plantas curativas y la exploración de cavernas se promocionan en la comunidad Agua Yaku del cantón Archidona, para los visitantes que buscan aventura y diversión.

Esta población, compuesta por 25 familias kichwas integradas en la Asociación Yachachik Rumi (Piedra del saber), es parte del plan de turismo comunitario que arrancó hace dos años con el apoyo del Consejo Provincial de Napo.

En este pequeño asentamiento, los visitantes también pueden saborear los platos típicos de la zona, compartir con los habitantes las tareas agrícolas como la siembra y la cosecha de la yuca, la preparación de la chicha y bañarse en el río Porotuyaku.

A la comuna se llega en un recorrido de 15 minutos en bus desde Tena hasta Archidona. El pasaje cuesta USD 0,30. A esta población indígena se llega por un camino estrecho.

Las visitas se inician en la cabaña construida con caña guadúa, madera y techo de paja toquilla. Ahí funciona el restaurante, una sala de conferencias y cuatro habitaciones para el alojamiento.

Las cavernas de Mayanchi se extienden en una parte de la selva de la comunidad Agua Yaku. Hay que caminar despacio para evitar caer. Foto: Raúl Días para EL COMERCIO.

En el sitio, Gladys Salazar, socia del proyecto, da la bienvenida a los viajeros. Recibió a Tamara Villarroel, una turista chilena. Siempre viste una falda de color azul y una blusa lila.

Como señal de amistad le entregó un mate lleno con agua de wayusa. La matrona, de 50 años, cuenta que la preparación es todo un ritual. Se reúnen todos los miembros de la familia a las 04:00 alrededor del fogón a leña. Mientras se cocina, cada uno comienza a contar su sueño de la noche.

Su significado es traducido por los más ancianos de la casa. “Es importante, porque puede revelar algún accidente o que le va ir bien durante el día en las tareas agrícolas”, explica Salazar.

El domingo de la semana pasada, las mujeres y los hombres vestidos con sus trajes autóctonos sorprendieron a los visitantes con un baile con el que se mueven al ritmo del bombo. Esta representa la alegría y un agradecimiento a la Pachamama.

Uno de los dirigentes de la comunidad explica los hallazgos arqueológicos encontrados en las cavernas. Foto: Raúl Días para EL COMERCIO.

El tour consistió en una caminata por un estrecho sendero, que conduce a las cavernas; son grandes cuevas desgastadas por el agua. En medio de la selva se esconde la gruta denominada Mayanchi. El guía César Salazar condujo a un grupo de turistas que llegó de la capital del Napo.

Contó que una de las cámaras de la caverna fue usada por sus ancestros en los rituales de sanación. En el lugar encontraron una olla de barro y la piedra sagrada. “Se puede ingresar pidiendo permiso a nuestros ancestros”, dijo Alvarado.

Pero no es la única cueva. El dirigente explicó que hay otras dos más profundas donde los turistas pueden explorarla pero con precaución.

Al retorno se bañan en el río Porotuyaku. Los lugareños construyeron un dique con las aguas que descienden desde la montaña y eso fue aprovechada por Villarroel para refrescarse en la mañana soleada.

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