El ‘Caudal’ de los ríos inspira la nueva obra de Pablo Cardoso

Pablo Cardoso posa junto a ‘Confluencia del Yanuncay y el Tomebamba’, de la nueva serie que expone en la galería Dpm de Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO.

Pablo Cardoso posa junto a ‘Confluencia del Yanuncay y el Tomebamba’, de la nueva serie que expone en la galería Dpm de Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO.

Pablo Cardoso posa junto a ‘Confluencia del Yanuncay y el Tomebamba’, de la nueva serie que expone en la galería Dpm de Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO.

Pablo Cardoso se distancia un tanto del realismo fotográfico que caracteriza su obra y exalta “la estética de la mancha” en un nuevo giro de su trabajo alrededor de la noción del paisaje.

En 'Caudal', la serie que exhibe hasta el 17 de julio en la galería Dpm de Guayaquil, el artista cuencano se introdujo en los ríos de la provincia del Azuay para ofrecer miradas correntosas o sosegadas de los afluentes, con algunas telas que invitan al deleite o al recogimiento.

En Confluencia del Yanuncay y el Tomebamba, óleo sobre lienzo de 1,40 por 1,80 centímetros, es patente el chorreado de pintura y el gesto suelto del pincel en una vista de una ola entre turbia y plateada, mirada entre el follaje de los árboles de la orilla.

En algunas de las piezas se advierte incluso cierta abstracción. “Quiero que se note la pincelada, la presencia de la pintura, el chorreado, el gesto, el error, lo inacabado. Quiero que no sea solo una representación del paisaje, sino también una reivindicación del ejercicio de la pintura”, indicó Cardoso.

Para el crítico Rodolfo Kronfle, la dramática belleza que ofrecen las obras enmascara problemas del entorno natural, pues en los últimos 15 años, Cardoso ha usado su trabajo con el paisaje como una plataforma desde la cual ha abordado un conjunto de reflexiones sensoriales, históricas, científicas, políticas y activistas.

El “primer encanto” de las piezas está llamando la atención sobre otras lecturas. “El artista está pensando también en el empleo de los ríos como ‘recursos hídricos’, al servicio de esquemas que operan en el entramado del capital; de su caudal al servicio de lógicas ajenas al mundo natural, de la ‘fluidez’ financiera que metaforizan”.

Desde el 2010, Cardoso ha ido incorporando a su trabajo preocupaciones sobre los crecientes problemas que aquejan al medio ambiente, y pretende sensibilizar al público a través de arte.

“Me interesa hacer un trabajo de reconocimiento, de traer a la conciencia de todos la presencia de estos ríos, de estas arterias que riegan la geografía ecuatoriana y que están siendo seriamente agredidas, bajo situaciones límites”, explicó el autor, que espera abarcar ríos de todas las regiones del país.

Esa valoración de la naturaleza se ha agudizado porque la realidad de los ecosistemas en el mundo es mucho más crítica y en ese contexto el artista siente que el problema del agua es un tema primordial.

“Nuestra cultura está relacionada sobre todo con preceptos bíblicos: ‘creced, multiplicaos, henchid la tierra y enseñoreaos de ella’. Esa idea de que nosotros somos los seres superiores de la naturaleza ha sido muy dañina para el medio ambiente. Lo que tenemos ahora es una herencia, una relación vertical, posesiva y patriarcal que ha sido muy dañina”, indicó el pintor, de 50 años.

Esta nueva serie arranca con el río Santa Bárbara, en Sígsig (Azuay), el río de la infancia de Cardoso, la tierra de sus abuelos, donde creció su padre y donde murió el segundo de sus diez hermanos cuando él era muy niño. “Es un río con mucho espesor histórico, cultural, político y ecológico. Quise empezar la serie sumergiéndome en él y fotografiándolo desde dentro”, refiere.

Los veinte óleos sobre lienzo de la muestra, insisten en las miradas del paisaje desde el interior de los ríos. Los cuadros de más pequeño formato presentan incluso ciertas visiones subacuáticas, lugares pedregosos entre ramas y hierba o aguas estancadas.

“Esta es una obra que nuevamente se funda en el escepticismo”, dice el artista. Es una evolución de la obra que ha venido trabajando en series sucesivas alrededor de los pintores que acompañaban las expediciones científicas de los siglos XVIII y XIX, y que desde su visión fueron instrumentos para la colonización de las riquezas naturales.

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