Artesanos, agricultores, constructores, guardianes de la tradición oral, entre otros, se congregaron en Montecristi. Foto: EL COMERCIO
El intercambio de conocimientos entre los conocedores de saberes (los artesanos) y quienes hacen academia en Manabí y el país es el primer paso para fortalecer el tema de enseñanza-aprendizaje.
Estos temas fueron abordados en el primer Foro de Interculturalidad memoria y conocimiento que se desarrolla en el Centro Cívico Ciudad Alfaro (CCCA) en Montecristi entre el 17 y 19 de julio.
Artesanos en el tejido de sombreros de paja toquilla, elaboración de artesanías en cerámica, agricultores, constructores, guardianes de la tradición oral, entre otros, se congregaron en Montecristi junto quienes hacen academia para compartir sus conocimientos.
Ruth Román, integrante del proyecto Prometeo de la Secretaria Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), asegura que los portadores de saberes -los artesanos- son gente que acumuló experiencia con años de trabajo, “ellos igual que los que hacemos academia tienen formas de desarrollar y transmitir sus conocimientos ancestrales. En Manabí, esos conocimientos no solo están en los museos, también están entre los artesanos”.
En el marco de la transmisión de los saberes de generación en generación, se destacan la provisión y acopio de agua y la arquitectura. Tatiana Hidrovo, presidenta del CCCA e historiadora manabita, asegura que los antepasados que habitaron la provincia heredaron de generación en generación los conocimientos de cómo detectar las bolsas de agua subterráneas.
Una vez que encontraban eso mantos acuíferos cavaban hoyos hasta dar con el líquido y luego construían albarradas para acopiar el agua.
Esos saberes siguen vigentes en la actualidad en algunos sitios de Manabí, Santa Elena y Esmeraldas. Cuando hay sequía el agua sigue fluyendo desde las entrañas de la tierra, asegura Hidrovo. Otro de los aspectos que forman parte de la herencia ancestral es la arquitectura.
Para Jorge Marcos, integrante del equipo que investiga el asentamiento manteño en Cerro Jaboncillo ubicado en la parroquia Picoazá del cantón Portoviejo, las estructuras de los manteños las realizaron a 260 metros sobre el nivel del mar. “Son edificaciones que miraban al horizonte, desde esos sitios configuraban el calendario solar”.
Hidrovo asegura que la típica casa especialmente del campesino manabita es levantada sobre pilotes. Eso permite que en invierno el agua de ríos, quebradas y riachuelos circule sin obstáculos.
Además estas edificaciones ancestrales con sus paredes de caña guadua picada permiten que el viento fluya y refresque los ambientes internos; son sismoresistentes pues se mecen cuando se registra un temblor. Este tipo de casas edificaciones están presentes a lo largo del litoral ecuatoriano.