En una granja ubicada en el valle de Yunguilla, a unos 75 km de la ciudad de Cuenca (Azuay), 2 000 gallinas caminan en un área de 5 000 metros cuadrados, se alimentan, estiran sus alas, se dan baños de tierra, lo que muchos pensarían es la vida común de estas aves.
Pero esa no es la realidad para todas las gallinas, en especial para las ponedoras, que en el Ecuador hasta 2021 se contabilizaban en 12,84 millones las comerciales en producción, de acuerdo con cifras de la Corporación Nacional de Avicultores del Ecuador (Conave).
Se trata de “los animales terrestres más explotados de la agroindustria”, recalca Mónica Cabrera, coordinadora de Comunicación del Proyecto Gallinas Libres, que lidera la fundación Protección Animal Ecuador (PAE). Este se inició en 2018, con el apoyo de la Open Wing Alliance, que agrupa a unas 80 organizaciones de protección animal a nivel mundial.
La iniciativa busca sensibilizar a la población respecto de los sistemas de producción y promover el consumo responsable de huevos de gallinas ‘felices’. En Ecuador se producen 3 507 millones de huevos al año.
Casos maltrato animal en granjas de aves
Cabrera relata que hicieron una investigación en granjas de tres provincias, donde encontraron aves desplumadas, hacinadas en jaulas, nerviosas, con cortes de pico, patas deformadas por las rejas, e incluso algunas moribundas. “Una de las escenas más duras fue observar dos gallinas que habían caído de sus jaulas a la pila de heces. Sus cuerpos estaban cubiertos hasta el cuello, no se podían mover”, relata la activista.
De vuelta al valle de Yunguilla, Jorge Gavilánez proyecta para el próximo año tener unas 5 500 gallinas felices. Reconoce, no obstante, que este sistema es más caro, pues necesitan de extensos terrenos, así como de maíz, alfalfa, entre otros alimentos, cuyo precio es más elevado que el balanceado.
“Comparado con el huevo tradicional, que está en USD 3,50 más o menos la cubeta, nosotros vendemos a USD 7,50; es el doble pero la calidad es garantizada”, apunta.
Con esto coincide Ana María Donoso, su granja Happy Farm está localizada en Checa (Pichincha). Allí cría 1 000 gallinas “cien por ciento en libertad, que duermen en los árboles de aguacate” y producen 850 huevos diarios que distribuye a domicilio y tiendas.
Donoso explica que se necesita mínimo un metro cuadrado por gallina. Dice que todavía hay desconocimiento sobre los beneficios de un producto proveniente de este sistema, que prioriza el bienestar animal como los huevos de gallinas ‘felices’.
Así también lo considera Juan Diego Restrepo, quien es ingeniero agrónomo especializado en aves. Su finca, San Juan Belaterra, está ubicada en Pedro Carbo (Guayas) y cuenta con 800 gallinas. Sus huevos se distribuyen en supermercados especializados en Guayaquil, así como a sus clientes a domicilio.
Él relata que hicieron análisis nutricionales que arrojaron nutrientes, así como el betacaroteno que le da la coloración rojiza al huevo, mucho más altos en los productos de gallinas libres. En cuanto a costos, Restrepo considera que se trata de cambiar metodologías y reemplazar unos por otros.
Compromisos
PAE ha visitado 16 granjas en cinco provincias del Ecuador, pero el proyecto tiene varias líneas de acción, entre las que se destacan la generación de compromisos. En la actualidad cuentan con 47 empresas entre multinacionales y locales que han decidido hacer esta transición a favor del bienestar animal, como parte de sus procesos de responsabilidad social corporativa.
Una de ellas es La Golo de Pacolo, en Cuenca, la primera pastelería del país que firmó un convenio. Su dueña, María Eugenia Jarrín, explica que desde hace dos años compra solo huevos de gallinas criadas en libertad y que el cambio fue radical. “Desde el color, la textura y el sabor, que incluso lo han notado clientes”.
La empresa de alimentos Sucesores (sur de Quito) tiene como principal negocio los fideos que no usan huevos. No obstante, lanzaron galletas que elaboran con esta clase de huevos, emplean alrededor de 3 500 por mes, cuyo sabor “es superior”, dice su representante Fernando Sánchez. Si bien el costo del insumo es mayor, ellos decidieron asumirlo.
Curiosidades
Ancestros.
Un estudio en 2008 reveló que las gallinas están en el mismo árbol evolutivo que los tiranosaurios, depredadores que vivieron hace más de 65 millones de años.
Digestión
No tienen dientes. Mediante el uso de la saliva y la lengua tragan el alimento a través de su garganta hasta llegar al buche. Allí se almacena, humedece y ablanda.
Visión
Tienen un campo de visión panorámico de casi 300 grados, incluso sin girar la cabeza. Esto, junto con su visión binocular, les permite enfocar más de un objeto a la vez.
Huevos
Los huevos no son herméticos. La cáscara tiene microporos que permiten el paso del aire. Estamos hablando de entre
7 000 y 15 000 canales porosos.
Color
Pese a las diferentes creencias, el color de los huevos de gallinas depende de su raza o de su cruce, pero principalmente de su genética y no del tipo de crianza.