Con 64 años de vida, y más de la mitad de ellos dedicados a las ciencias, Carlos Cerón se ha convertido en una de las figuras más destacadas en la botánica ecuatoriana. Su primer libro, sobre la etnobotánica de los cofanes, fue presentado a inicios de 1990; desde entonces ha participado en unas 150 publicaciones locales e internacionales.
Gran parte de su trabajo es resguardado en el sexto piso de un edificio de la Universidad Central del Ecuador. Miles de muestras se mantienen en condiciones que él mismo critica. Sin dinero, no han podido instalar bóvedas para archivar todo el material botánico. Una chispa podría destruir una de las colecciones de flora más grandes del país.
¿Por qué estudiar la botánica del Ecuador?
Porque a nivel general, países como Colombia o Brasil tienen territorios más extensos que el Ecuador, pero comparando una hectárea con esos países, nosotros tenemos mayor ventaja. Solo para tener una relación: en una parcela en el Yasuní de 10 cm de grosor se han encontrado más de 300 especies de flora. Todavía hay como 6 000 especies que esperamos sean nuevas, es decir, que están por darles un nombre.
¿Qué papel cumple un herbario para la investigación?
Hay normas del código internacional de botánica para cuando hallamos una especie. Una de las condiciones es que debemos tener una muestra de herbario denominada holotipo. Esto es lo más valioso que puede tener un investigador. A esto se suma la descripción y la publicación de la especie. El herbario no es solo una biblioteca de plantas ni únicamente material didáctico para enseñar; es un espacio para la investigación científica.
¿Cómo ha hecho para sacar la ciencia más allá del herbario?
Un ejemplo son las guías de flora. Creamos una herramienta de aprendizaje botánico fácil, donde está el nombre científico de la especie, la familia de la planta y la imagen. Así puedo recorrer los senderos, las áreas de turismo como en la Mitad del Mundo, e identificar a las especies que se cruzan por mi camino. En lo personal, yo no creía que la gente le iba a dar importancia a las plantas, sin embargo, estas guías están entre las más visitadas.
¿Cuál es el papel que cumplen las comunidades en el conocimiento botánico?
De las 4 000 muestras de la Amazonía, un poco más de 1 000 las conocen y usan los secoyas. 1/4 de la de la flora amazónica está en la mente de un solo grupo. Es un récord de utilidad ya que ese conocimiento, en el futuro, podría servirnos para crear medicinas o como productos alimenticios alternativos. Es el valor de los estudios etnobotánicos.
¿Qué lo ha frustrado?
Que desgraciadamente no hemos tenido aporte de la universidad para este herbario. Tenemos complicaciones de espacio y en otras normativas. Como usted puede ver, esto es fácilmente fungible. No hay las condiciones físicas ni técnicas para preservar todo lo que hay en este momento.
¿Qué le hizo convertirse en botánico?
El mejor incentivo para mí fue leer, de estudiante, casi todos los libros del doctor Misael Acosta Solís, considerado el mejor botánico ecuatoriano en esa época. Sus libros me impactaron, era una persona que hablaba mucho de la conservación de la naturaleza y del poco apoyo que había en ese entonces por parte de los gobiernos. Yo quería aportar con esa información botánica que no se había estudiado del Ecuador.
¿Y cuál cree que ha sido su principal aporte?
En su vida, el Dr. Acosta Solís colectó 23 400 muestras. Yo tengo ya más de 90 000. Entonces podría decir que soy uno de los mejores colectores del Ecuador. A partir de esto, hemos podido construir botánica hecha por ecuatorianos. Además, en este herbario tenemos casi 110 000 colecciones; somos el tercero más grande del país.
¿Cuál es el desafío para este herbario?
El desafío sería continuar siendo la herramienta para enseñar a los estudiantes que la docencia va en paralelo a la investigación. La naturaleza es el mejor material didáctico. Los libros de afuera nos hablan de las cuatro estaciones, de ciencia que si bien es universal, a veces no es aplicable para el Ecuador. Nosotros hablamos aquí de bosques siempre verdes, o sea que todo el año están haciendo fotosíntesis, donde no hay el otoño.
¿Y qué piensa sobre el futuro de la botánica en el país?
Que debería caminar a resolver los problemas; en hacer inventarios de las pocas áreas que nos quedan para saber qué plantas endémicas tenemos, cuántas pueden servir para la medicina o para el alimento. Cuando conozcamos esta información científica, nosotros también podremos tomar decisiones.
Hoja de vida
Carlos Cerón Martínez cuenta con estudios en biología y educación ambiental. En 1989 fundó el Herbario Alfredo Paredes de la Universidad Central del Ecuador (UCE). Ha participado en más de 150 publicaciones entre artículos de investigación, edición de revistas y libros de botánica del Ecuador. Sus principales investigaciones se han centrado siempre en el rescate del patrimonio etnobotánico del Ecuador.