‘Tras una emergencia es más fácil acudir a la UPC de La Floresta o de La Vicentina, antes que a la de Guápulo.
La mañana del viernes pasado (16 de mayo del 2014), tres mujeres de Sarayaku, en la provincia amazónica de Pastaza, corrían para alcanzar a llegar hasta el helicóptero de la Policía. Su objetivo era llegar y presentarse como las supuestas esposas de los tres prófugos de la justicia Cléver Jiménez, Fernando Villavicencio y Carlos Figueroa.
En Sarayaku no hay policías ni militares. En esa comunidad indígena, que se extiende por 135 000 hectáreas de Pastaza, dicen que no hay necesidad de que alguien vigile su seguridad, pues no hay delitos. Pero el hecho de que no haya fuerza pública en ese segmento del Ecuador inquieta a las autoridades, que ahora tienen sus ojos sobre esta zona. El motivo es que allí estuvieron Cléver Jiménez, Fernando Villavicencio y Carlos Figueroa, condenados por injurias contra el presidente Rafael Correa. Lo que preocupa a las autoridades es la presencia de supuestos “paramilitares” y “grupos armados” en Sarayaku. El ministro del Interior, José Serrano, en días anteriores, dijo que se tienen fotografías y evidencias que prueban la existencia de estos grupos desde hace un año, aunque la dirigencia indígena señala que las armas son para cazar. El 16 de mayo se confirmó que “se instalará” en los próximos días una Unidad de Policía Comunitaria (UPC), con lo que la presencia de los uniformados será perma
Al nuevo alcalde de Quito, Mauricio Rodas, le esperan algunos asuntos pendientes en temas de seguridad. Pese a que hasta el año pasado se redujeron en un 17% los homicidios, robos a personas, viviendas, locales comerciales y vehículos, el tráfico de drogas es una de las preocupaciones ciudadanas. Para ello, Rodas deberá coordinar con el Ministerio del Interior para combatir la comercialización de droga en los barrios de Quito y en los establecimientos educativos. De hecho, el informe denominado ‘Microtráfico y criminalidad en Quito’ refiere que el “consumo en la región ha generado que redes criminales dedicadas al narcomenudeo (venta de droga en barrios) operen de forma continua en los países sudamericanos”. Hasta el 2012, Antinarcóticos de la Policía identificó al menos 76 barrios donde se venden alcaloides en pequeñas cantidades. Los más críticos son 16, que se ubican en el casco colonial.
El personal de la UPC del sector la Y fue retirado hace varios meses. La ubicación estratégica que tiene esta indispensable UPC en la parroquia amerita y obliga a reasignar policías con vehículos para garantizar su eficaz y permanente funcionamiento; caso contrario, esta magnífica construcción, recursos, equipamiento, capacitación y mejoras en las condiciones laborales de los señores policías quedan en el aire cuando no pueden acudir, en la mayoría de los casos, a un auxilio en tiempo real y únicamente llegan más tarde para constatar lo acontecido.
Los cinco patrulleros de la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) del Distrito Samborondón, en el cantón del mismo nombre, vecino de Guayaquil, tuvieron más movimiento ayer.
La reapertura de 46 Unidades de Policía Comunitaria (UPC) trajo calma a los barrios de Quito. Las bases, que volvieron a operar desde la primera semana de febrero, han sido remodeladas y cuentan con cinco agentes que antes laboraban en el ex Grupo de Tránsito.
Luego de la reapertura, hace dos semanas, de 46 Unidades de Policía Comunitaria (UPC) en diversos sectores de Quito, los moradores dicen estar satisfechos. Según los vecinos, los patrullajes que realizan los policías han devuelto la calma a los barrios.
La tarde de ayer, lunes 10 de febrero de 2014, el Ministerio del Interior reabrió las últimas ocho Unidades de Policía Comunitaria (UPC) en el centro norte de Quito.
Fue una medida inesperada. Entre el jueves pasado y ayer, el Ministerio del Interior reabrió 38 Unidades de Policía Comunitaria (UPC) en varios sectores populares de Quito.
Varias de las infraestructuras del cantón se financian con aportes de los moradores.
Ante un robo, fui a solicitar ayuda en el flamante UPC de Tisaleo (Tungurahua). En las instalaciones modernas y limpias había dos policías que no sabían ni cómo se enciende una computadora, peor se ubicaban en el mapa del cantón.
La Unidad de Policía Comunitaria del barrio Quito Tenis, en el norte, es la primera que cuenta con el sistema Ojos de Águila.
Los vecinos del barrio El Arbolito aprendieron a protegerse de la delincuencia. En este sector del cantón Durán, vecino de Guayaquil, los moradores están organizados para cuidarse. Es una estrategia informal, pero ellos creen que funciona ante un delito. Se alertan por teléfono, y cuando lo consideran necesario, llaman a la Unidad de Policía Comunitaria (UPC). “Somos unidos, no dejamos que venga gente dañada de afuera, no permitimos pandillas ni droga ni robos”, dice Norma Cambridge. En esa barriada no hay un comité formal contra la delincuencia, brigada barrial ni sirena comunitaria. Aun así, los vecinos dicen que están ahora más protegidos. “Cuando pasa algo con algún vecino, enseguida llamamos a la Policía”, cuenta la vecina. Aída P., quien habita tres cuadras más adelante, también dice que hay personas que vienen desde afuera. “Hay pandillas de muchachos que viven al fondo, pero por aquí no”, asegura. Según los vecinos, la presencia más permanente de los patrulleros de la Policía a