Muy al estilo de los viejos tiempos, los insultos siguen siendo un elemento imprescindible en la política ecuatoriana. Lejos de las sesudas ideologías, los agravios –unos de léxico fino y otros de una vulgaridad indiscutible- constituyen la base del discurso de muchos honorables y dignatarios. Desde la cabeza del Estado, el presidente Rafael Correa, hasta los asambleístas, los malos tratos e insultos “matizan” el trabajo de las autoridades de elección popular. Hay hasta evidencias estadísticas. En el 2010 por la organización Ethos, que recopiló las casi 500 “palabrotas” del Primer Mandatario para referirse a políticos, periodistas y empresarios. Así, los más célebres son: “gordita horrorosa”, “bestias salvajes” “ecologistas infantiles”, “pelucón”, “cachetón”, “basura”, así como la infaltable “prensa corrupta”. [[OBJECT]] Los malos tratos no solo son propios de Carondelet. El episodio más reciente fue el que se produjo ayer entre el asambleísta Abdalá Bucaram Pulley y el magistrado de l