Al costado del palacio de Sans Souci, en Potsdam, Alemania, hay un alto edificio comúnmente llamado el ‘Molino Histórico’. Aunque su “historia” es una leyenda, vale la pena contarla. Según dicen, cuando Federico II de Prusia decidió construir su palacio de verano cerca de Berlín, quiso comprar un terreno, que requería, a un molinero del lugar. Pero este no quería vender. Cuando el Rey le mandó decir que podría expropiarlo, el molinero respondió que no pensaba que haría eso el mismo rey que había creado el tribunal supremo de justicia. Y Federico no expropió el molino.
Las dificultades económicas se sienten con más fuerza en el diario vivir de los habitantes de las fronteras.