El Gobierno ha reconocido que hubo una matanza en las profundidades del Yasuní, en marzo de este año. Bien. Tarde. Pero bien. Lo que no ha hecho público aún es alguna responsabilidad del Estado -y sus funcionarios- en toda esa situación. Toda ha recaído exclusivamente sobre los waorani. Sigue siendo un problema entre ellos, entre indígenas enemistados, en donde el Estado tiene poco que ver, ni en las medidas de protección ni en las medidas de precaución.