En las cárceles de Ecuador, como en las de otros países de América, hay hacinamiento de internos. Según datos que he leído, en Ecuador hay 12000 presos en un espacio solo para ocho mil. Hace pocos meses cuando hubo un motín en una penitenciaría de Chile, leí que en ese país había más de 53000 reclusos. Acabo de visitar Lima, vi en la prensa que en Perú hay 45000 internos en espacio planificado para muchos menos. Nuestros estados no se han preocupado lo suficiente en proveer sitios adecuados para que presos y reclusos vivan, y si quieren, estudien y trabajen. Así se cambie los nombres de cárceles a penitenciarias o centros de rehabilitación social, estos no funcionarán bien si no tienen el espacio para albergar a los que en una sociedad deben estar recluidos para la seguridad de los demás.
Decidí buscar datos actuales de población de los tres países para comparar el número de presos por habitante. Discúlpenme que use los términos: preso, recluso e interno, indistintamente, a pesar que los dos primeros denotan una condición jurídica y solo el tercero es general. En el 2009 las poblaciones estimadas por el Banco Mundial para Chile, Perú y Ecuador eran: 17, 29 y 13,6 millones respectivamente, lo que nos da, usando las poblaciones carcelarias referidas inicialmente: 312, 155 y 88 presos por cada 100.000 habitantes. No creo que sea casual que en Chile, donde hay mayor porcentaje de población presa, haya menos delincuencia. Igualmente en Perú, donde se percibe que hay más seguridad que en Ecuador, hay casi el doble de presos por habitante que aquí.
No es solo el mayor desarrollo económico y menor desempleo ayudan a disminuir la delincuencia, los niveles de criminalidad en un Estado dependen también del grado de impunidad, la lenidad de las penas y su cumplimiento. Si en Ecuador queremos mejorar la seguridad ciudadana, debemos tener muchos más presos que los que existen; tendría que doblarse la población carcelaria para llegar a los niveles de Perú, que no es uno de los países con los niveles más elevados. Eso indica que el Estado debería iniciar la construcción de varios centros de reclusión ya que los que existen no son suficientes ni para la actualmente escasa población carcelaria. Más aún, estos centros deberían dar posibilidad de trabajo y estudio para los internos que quieran aprovechar el tiempo que duren sus condenas.
Aprovecho para comentar una percepción: los días en que el Presidente ha estado de vacaciones en Bélgica he sentido en el país más tranquilidad y dialogo respetuoso, menos confrontación y demagogia. Si esta impresión es de muchos, debiéramos pedirle, por sanidad nacional, que tome vacaciones más largas y seguidas.