En el siglo pasado, la parroquia San José de Minas, ubicada al norte de Quito, fue el escenario de cientos de historias de aventura, peligro y contrabando.
San José de Minas, una de las 33 parroquias rurales de Quito, está dividida en dos regiones: una seca y polvorienta y otra llena de verdor. En la segunda, llamada Palma Real, hay una serie de pequeños poblados, entre ellos Meridiano, Pamplona y Playa Rica. Son territorios que desde la década de los 60 se poblaron de cultivos de caña de azúcar y de fábricas clandestinas y artesanales de elaboración de aguardiente.