Cuando Arata Isozaki tenía solo 12 años, las bombas atómicas cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki, ciudades cercanas a su Oita natal. El vacío que dejaron a su alrededor le hicieron plantearse cómo reconstruir los hogares y las ciudades y de ahí surgió el arquitecto que hoy, 5 de marzo del 2019, ganó el Premio Pritzker.