Preferencias, el ciclismo y las huecas son aficiones del carchense
En Carchi se dice que ‘no hay casa en donde no haya una bicicleta’. La afición de sus habitantes por este medio de movilización
surgió en el siglo pasado “por la necesidad de desplazarse”, comenta Franco Rodríguez, una de las exglorias
del ciclismo de la provincia.
En su caso, el pedalista, de 46 años, recuerda que la utilizaba para circular a diario los 10 kilómetros, de ida y vuelta,
que separaban a su casa, ubicada en El Carmelo (Tulcán), con la escuela. Aún rememora la primera bicicleta
de carreras que le regaló su hermano Pedro, campeón de la Vuelta Ciclística al Ecuador por cinco ocasiones.
De esa manera, como en la mayoría de niños, surgió un amor por el popular medio de transporte. Y esa pasión
le llevaría a participar en una decena de giras deportivas en el país, tres en Colombia, tres en Argentina
y una en Venezuela.
Luego, el pedalista se dedicó a lo que conocía de toda su vida: las bicicletas. Hoy está al frente del almacén Águila Bike,
que ofrece accesorios y modelos. Esta es una de las cinco tiendas en esta jurisdicción que se han abierto
para atender la creciente demanda de adeptos a esta disciplina en la provincia.
La tendencia también está vinculada con el surgimiento de nuevas figuras como Richard Carapaz, Jhonatan
Narváez, Jhonatan Caicedo, entre otros, que prácticamente han influido en las nuevas generaciones, considera
Ramiro Cuaycal, vocero de la Federación Deportiva del Carchi. Incluso, los dos primeros corredores se destacan
ahora en equipos de ciclismo profesional de Europa. Algo parecido a lo que hizo Juan Carlos Rosero (+) que
corrió en un equipo italiano.
Quizá la mayor demostración del apego de los carchenses por el ciclismo sea el ciclopaseo que se realiza en abril desde hace
30 años, entre Quito y Tulcán; cubre una distancia de 248 km. Las nuevas generaciones se han sumado a la
tendencia, que se expandió a nichos como el ciclismo de montaña.
En el almacén Aguila Bike, en Tulcán, hay bicicletas y sus respectivos accesorios. FOTO: FE / EL COMERCIO
Una de las fortalezas, comenta el excorredor élite Manuel Pozo, es que los habitantes de esta provincia están habituados
a practicar y competir en los 2 957 metros de altura, en los que se encuentra Tulcán, lo que torna más exigente
este idilio con la bicicleta. Pero el ciclismo no es lo único que caracteriza al carchense. También preserva
sus tradiciones gastronómicas y a partir de esos gustos y preferencias desarrolla emprendimientos. Por eso
la presencia de las grandes cadenas de comidas rápidas es nula o casi nula. Eso ha permitido impulsar, por
ejemplo, las denominadas huecas en ciudades como la capital de la provincia.
Las Alitas del Bolívar. Don Segundo Chuquer empezó con este emprendimiento hace más de 15 años. En principio,
vendía la tradicional tripa, pero de a poco migró al negocio de las alitas. FOTO: Cortesía / EL COMERCIO
En la zona urbana se han identificado 80 negocios de comida popular, que se ubican en mercados, plazas y calles, indica un
estudio elaborado el año pasado por el Cabildo. En la ‘huecas’ se ofertan alimentos para la mañana, tarde
y noche. La mayoría tiene a la papa como ingrediente infaltable. En estos sitios se puede saborear cuy y
gallina asada, fritada, papas esmeriladas, quimbolitos, tortillas de harina grandes conocidas como elepés.
Para los días soleados se ofrecen bebidas tradicionales como el ‘cumbalazo’, un refresco de limón o tamarindo,
que lleva trozos de hielo; alguna vez -hace dos décadas- provinieron de las cumbres del volcán Cumbal y por
ello su nombre particular.
Pero quizás una de las preferencia que le ha dado identidad a Carchi es el hornado pastuso. Aunque en los dos Campeonatos
Mundiales de este platillo, del 2014 y 2106, han sobresalido recetas de localidades vecinas como Otavalo,
en Imbabura, en esta urbe fronteriza tiene buena acogida.
En el Mercado Central de Tulcán hay diferentes puestos de venta de comida típica. FOTO: Cortesía / EL COMERCIO
Este menú elaborado con carne de cerdo, a diferencia de los que se ofrecen en el resto del país, es salado y va acompañado
de papas cocinadas o llapingachos. Los vecinos y turistas lo encuentran en los mercados como el Central.
También se degusta en la ciudad vecina de San Gabriel.