Se podría decir que los esmeraldeños no pueden vivir lejos de su playa. Eso explicaría su dedicación a dos de sus pasiones: el fútbol playero y las caminatas al filo del mar.
Los practican los niños, jóvenes y adultos, especialmente de la ciudad de Esmeraldas, en la playa de Las Palmas. Cada fin de semana se concentran 3 000 personas para el encuentro futbolero.
Son más de 60 equipos de fútbol que participan en los campeonatos que se realizan todo el año, y que permite descubrir nuevas figuras del deporte; también es el espacio para el reencuentro de amigos.
Karen Quiñónez, de 22 años, acompaña a sus dos hermanos, el sábado y el domingo, para apoyarlos desde el borde de la cancha. Hay otras decenas de personas que llegan a observar el juego.
La ciudad tiene 5 infraestructuras para la práctica deportiva. Además de fútbol, los niños y jóvenes aprenden karate, voleibol y halterofilia.
Sus asientos son trozos de madera, donde descansan mientras se sirven un corviche, un emborrajado de maduro o un ‘tapao arrecho’, que se ofrece en canastas. El exseleccionado Jimmy Blandón cuenta que ese deporte no solo atrae a niños. Esmeraldas es cuna
de deportistas y sus habitantes están conectados con esa actividad a la hora de distraerse, dice el exvolante de la selección de fútbol.
A través de las ocho ligas barriales que están activas en la ciudad, las familias encuentran un motivo para acudir a la playa los fines de semana.
“Es la actividad que concentra a más personas después de una semana de trabajo”, señala Oswaldo Torres, presidente de la Federación de Ligas Barriales.
En la parte sur del balneario urbano, los organizadores de los campeonatos trazan sobre la arena las líneas divisorias que marcan las seis canchas para los partidos; también se colocan arcos metálicos.
Quienes no participan en los campeonatos practican el fútbol en improvisados arcos de madera que clavan sobre la arena. Édison Chávez, de 9 años, se distrae después de una semana de clases con este deporte y se inspira en futbolistas como John Cagua,
Jimmy Blandón, Manuel Rivadeneira y Félix Quintero. Ellos llegan cada fin de semana para aportar con su experiencia a los equipos de su ciudad.
También son un referente en los campeonatos, que se arman para personas mayores de 50 años de edad, en los cuales se inscriben exglorias del fútbol, jubilados y aficionados en general.
Así se mantienen activos en la práctica del deporte playero, que lleva más de dos décadas practicándose en este balneario. Para el comentarista deportivo Edilberto Estupiñán, este deporte es una herencia que llevan los esmeraldeños en la sangre y por
eso prefieren este tipo de actividad más que otras. El playero permite la integración de las familias, porque durante los campeonatos infantiles y juveniles todos sus integrantes acuden para apoyar a sus parientes o amigos.
El esmeraldeño también es asiduo practicante de la caminata al borde del mar y de los aeróbicos. El recorrido a pie fue una iniciativa que empezó hace 20 años con personas de la tercera edad, quienes -por recomendación médica- se animaron a ejercitarse
de esa forma.
Wágner Velásquez, quien lleva 14 años en las caminatas, cuenta que la jornada empieza a las 05:00, de lunes a viernes. En la jerga de los participantes le llaman ‘recorrido de punta a punta’ a la rutina que se hace entre ida y vuelta en los 6 kilómetros
de la costa, que tiene la playa.
Gustavo Dueñas, otro caminante, dice que poco a poco se fueron sumando nuevos integrantes hasta llegar a los 150 de ahora. Este grupo se aglutina en el Club caminantes de la playa.
La agrupación, igualmente, lanzó una propuesta para que más personas se involucren en esta actividad y tuvo una buena acogida. Tanto es así que el Comando de Operaciones Norte presentó en el 2002 su caminata por La Vida y la Salud, que se realiza cada
año. Se trata de un circuito de 16 kilómetros de recorrido a pie, que empieza en Las Palmas y culmina en la playa de Tonsupa. La jornada concentra a más de 3 000 personas.
Los bailes de ritmos tropicales, fusionados con terapias de ejercicios cardiovasculares, son más recurrentes en los feriados. Los instructores de los principales gimnasios de la ciudad se suben a las tarimas para motivar a los asistentes, quienes -dicen-
salen aliviados; por ejemplo, quienes tienen algún problema de salud.