Triplíquele la dieta a una persona normal y verá cómo le destroza su metabolismo. Triplíquele el gasto público a un país y verá cómo destroza su economía.
Tal vez triplicar la dieta a una persona que cumpla con todos los requisitos para crecer puede tener sentido o, al menos, hacer menos daño. Es decir, si una persona está en la edad adecuada, tiene los genes correctos y una salud impecable, podría ser que dispararle la dieta no haga tanto daño. Pero hacerlo con un adulto es una garantía de causarle un daño, quizás, irreversible, peor aún si ese aumento se hace por un período largo.
Algo así le hizo el gobierno de Correa al Ecuador. Entre 2006 (último año antes de ese gobierno) y 2014, el gasto de la totalidad de sector público creció en 3,2 veces (en realidad, se multiplicó por 4,5, pero si se ajusta por inflación el aumento “sólo” fue de 3,2 veces). Y eso destrozó la economía ecuatoriana.
Ese disparo del gasto, pocas veces visto en países que no están saliendo de una guerra o algo así, ese enorme aumento, disparó la capacidad de compra de los ecuatorianos, algo que suena muy bien, pero que en esa época, con las características de la economía del momento, tuvo un efecto dañino.
Lo más grave fue que todo el aparato productivo se enfocó en atender esa demanda local y se olvidó de buscar mercados externos, olvidándose que la única opción que tenemos de crecer en el largo plazo es hacerlo hacia afuera donde la demanda es mil veces mayor que dentro del país (literalmente). Y las empresas no lo hicieron por malas sino porque el gobierno creó lo incentivos para que lo hagan.
Luego, tanta demanda encareció al país. Entre mediados de 2007 y mediados de 2015, en los “años locos” de gasto, el Ecuador acumuló 45 puntos porcentuales de inflación, frente a los 15 puntos que acumularon los EEUU.
Como teníamos un gobierno que maltrataba a los productores (el presidente usaba sus sabatinas para insultar a empresas y empresarios), mucho de esa demanda se fue a comprar bienes importados que las empresas no podían producir localmente (o no se atrevían por el mal ambiente) . Eso disparó las importaciones que luego llegaron a niveles tan altos que el gobierno tuvo que frenarlas con salvaguardias y más cosas.
El país, en esos años, no estaba en las “condiciones óptimas para crecer” y eso hizo que ese enorme gasto es que la economía se enfoque en la demanda local, nos encareció, disparó las importaciones (que el gobierno, a su vez, encareció). Y así nos volvimos totalmente adictos al gasto público, que se convirtió en el único motor de la economía.
Triplíquele el gasto público a una economía y estará sembrando una bomba de tiempo que bien podría explotar en el momento ideal para ganar las próximas elecciones.