“Ecuador disturbios: Policía irrumpe en prisión donde 116 mueren en guerra de gangsters”. Esa era la noticia más visible del servicio internacional de la BBC de Londres hace algunos días. Entonces, los principales medios de comunicación del mundo traían la misma información. CNN presentó un reportaje. El New York Times, Le Monde de París, el Times de Londres y los principales diarios del mundo lo destacaban en sus primeras páginas.
Nunca nuestro país había logrado semejante cobertura internacional. Ni por preservar las Islas Galápagos, patrimonio de la humanidad, ni por notables éxitos deportivos, catástrofes naturales, triunfos electorales o grandes movilizaciones sociales. Ecuador logró atraer la atención mundial por el triste record de haber soportado el mayor número de muertos (118 confirmados) y heridos (más de 80) en una batalla campal entre bandas vinculadas a grandes carteles de la droga en la prisión más grande de la república.
Esta imagen del país que no será ciertamente favorable al desarrollo del turismo, que sufrió un retroceso por la pandemia y apenas se reanima. No atraerá tampoco las inversiones que anuncian y aspiran los gobernantes. La gente no va a donde se dan brotes de violencia y se pelean a balazos los mayores carteles de la droga.
La BBC recoge una verdad conocida. La Penitenciaría del Litoral alberga presos de la banda de los choneros, que se sabe tiene vínculos con el poderoso cartel de Sinaloa. Pero otro grupo criminal mexicano, identificado con Jalisco, está también tratando de forjar alianzas con bandas ecuatorianas, para captar rutas de contrabando desde Ecuador a América Central. En medio del enfrentamiento se dan “ejecuciones” macabras como las decapitaciones.
Este cuadro tenebroso por la violencia, sin embargo, es solo parte de una realidad, porque no se trata solo de un conflicto carcelario interno. Las mafias que actúan dentro de las cárceles se mueven en el territorio con enormes recursos, vinculadas con el negocio más terrible del mundo. El país tiene que enfrentar la situación en medio de la recesión, el desempleo y la crisis.
Pero, más allá de la imagen internacional del país, del desgobierno en las cárceles y del peso del tráfico de drogas, hay una realidad humana que no podemos soslayar. La guerra entre mafias deja decenas de muertos entre los reclusos, muchos de los cuales no pertenecen a ellas y solo están metidos en el conflicto porque buscan “protección” o simplemente porque están allí.
Resulta que, más allá de declaraciones constitucionales que la prohíben, en el Ecuador hay pena de muerte. Y no solo para miembros de bandas que se enfrentan entre ellas, sino para reclusos por delitos menores o sin sentencia, casi todos ellos pobres, que están metidos entre el fuego cruzado de las mafias. Triste fama para el Ecuador.