“La mayoría de los integrantes del órgano representativo de la democracia está muy por debajo de lo que esperaba la ciudadanía”.
En la sesión de la Asamblea Nacional No. 747, de 7 de diciembre 2021, con ocasión del Informe acerca de los Papeles de Pandora, o sea, cuando algunos querían inventarse una causal para defenestrar del poder legítimo a Guillermo Lasso, la legisladora Gissella Molina Álvarez, de Pachakutik, en una tranquila intervención, libre de chillidos y retórica, dijo:
“A mí me da mucha vergüenza que la Asamblea realmente se haya convertido, en eso, en un mundo de pedidos, de chantajes (…) unos quieren puestitos, otros quieren impunidad, otros quieren librar a sus amigos de la corrupción. Pero todos quieren al final del día. Nadie está aquí luchando por un pueblo. Todos por un interés. Esta Asamblea se ha convertido cada vez en la burla y el irrespeto”. Agregó: “No hemos sido un ejemplo”. “Y así, quieren que nos respeten”. “La Asamblea no puede tener visibilidad si no hace un show si no hace un chantaje”. Testificó que desde los sillones buscaban puestitos y cargos para acomodarse.
La legisladora de Cotopaxi, ponía de manifiesto la flojedad de una representación deshabitada de compromiso y de ética. Por cierto, no es justa una generalización que no coloque a salvo a una contada minoría, que exhibe capacidad, pudor y principios, y que proviene, igualmente, de varias facciones políticas. Siempre será necesario un balance con matices, que evite el juicio extendido. Pero es obvio que las expresiones de la asambleísta desnudan una realidad penosa. La mayoría de los integrantes del órgano representativo de la democracia está muy por debajo de lo que esperaba la ciudadanía.
El interés público y el bien común no es la causa para una buena parte de los miembros de la asamblea representativa. Les inspira el cálculo electoral, someterse al caudillo que los controla; o, simplemente, la búsqueda de prebendas, gratificaciones y acomodo personal. La representación ha desencantado a la ciudadanía. ¿Será posible, al menos, internar regenerar la política?