Los ritos solares entre los pueblos andinos son anteriores a la presencia incásica, y son consecuencia de que llevaban la cuenta de los ciclos del astro-dios para controlar los efectos de los fenómenos naturales.
Fueron los Incas quienes comprendieron la necesidad de potenciar la creencia solar monoteísta para asegurar la unidad del Tawantinsuyo. Para afirmar el vínculo del monarca con el ámbito de lo sagrado se estableció la celebración del solsticio de verano (21 de junio) a través de los festejos del Inti Raymi, que alcanzaron singular esplendor en el Cuzco. A la luz de varias investigaciones contemporáneas, podemos entender los significados del Inti Raymi en Pujilí.
Según los estudios de J. Garcés y T. Estupiñán, el Inca Huayna Capaq y algunas hermanas suyas, residieron en la circunscripción de Cotopaxi. El palacio incásico Cayo (San Agustín del Callo actualmente), ubicado en las cercanías del volcán, respaldaría esta hipótesis. La fiesta de los danzantes, Tshunqui, es en su origen un ritual de fertilidad y de perpetuación del clan de la nobleza; representaba la relación cosmológica entre el macro y el microcosmo. Los danzantes eran cuatro, posiblemente como recuerdo de los antepasados de los Incas. Su atuendo (el mismo de hoy en día), significa los tres pachas: el penacho hawa (firmamento brillante), la pechera kay, la superficie cuadrada de la tierra, y el faldón uku, más bien informe, el caos del inframundo. En la fiesta se sacrificaba una llama en el altar de la plaza y se repartía su carne y su sangre.
La Iglesia católica, empeñada en transformar las creencias indígenas, jugó sutilmente con los símbolos quechuas. Encontró analogías con la fiesta del Corpus Cristi: Jesús se entrega como un cordero para ser inmolado, derramando su sangre y ofreciendo su cuerpo para el perdón de los pecados. La fiesta del Sol pasó a significar Corpus Cristi (El cuerpo de Cristo). Según M. Eliade, el cordero de Dios cristiano se remonta a los ritos de fertilidad de los antiguos hebreos (recordemos el relato de Abraham y su hijo Isaac). La eucaristía, el símbolo más potente de la cristiandad, debe celebrarse por lo menos una vez al año.
En la época colonial se permitió a los indígenas de Pujilí ocupar la plaza principal para celebrar el baile ritual, pero la inmolación de la llama fue suprimida y, aun así, los participantes comparan el sacrificio de Cristo con el del camélido.
En la actualidad, la fiesta de los Tshunqui de Pujilí, puede considerarse una celebración “degenerada”, de pura diversión, pues perdido su contenido original ha terminado por convertirse en atractivo turístico donde los personajes centrales resultan ser los funcionarios políticos de turno, indiferentes al pensamiento ancestral de los pueblos andinos.
Sin embargo, estos, a pesar de los intentos de colonizar su pensamiento, celebran con gran alegría en muchas comunidades el Inti Raymi. El Sol está de fiesta.
Columnista invitada