Este no es el nombre simplemente de un hospital de Sao Paulo, es uno de los más importantes del mundo, que ha desarrollado estándares científicos muy altos, especialmente en enfermedades catastróficas como el cáncer.
Por ese hospital han pasado personajes como el presidente paraguayo Fernando Lugo, el ex presidente de Brasil Lula da Silva y el actor Reynaldo Gianecchini, a quien se le practicó un delicado trasplante de médula. Un personaje político tan famoso como el mandatario Hugo Chávez también pudo ser intervenido en ese prestigioso hospital, salvo por algunos detalles que para Brasil resultan imposibles de evitar: el derecho a la información, especialmente sobre personajes públicos.
Como Chávez siempre ha preferido el misterio entorno a su enfermedad, no pudo ser intervenido con la más alta tecnología que posee ese hospital, según revela el periodista brasileño Merval Pereira. No fue posible para las autoridades de ese centro de salud aceptar las exigencias de sigilo absoluto.
El Presidente venezolano “con su propio espíritu dictatorial” quería interceptar dos pisos de ese hospital y colocar al Ejército para que tomara posesión del local, revisara y controlara a todos los visitantes. Pidió que se prohíba divulgar los partes médicos.
El rechazo de Chávez al Hospital solo se justifica desde el punto de vista autoritario, justamente por el sistema abierto de información que es muy común en la sociedad brasileña, especialmente el acceso a la información pública, de la cual no son dueños los funcionarios.
El hospital no deja nada pendiente, informa con la verdad. Incluso, cuando un curandero entró para hacerle un tratamiento espiritual a Lula (paralelo al oficial), el hecho fue divulgado en los partes médicos. La falta de transparencia en Venezuela es tan grande, que hasta el momento no se sabe oficialmente en qué parte del cuerpo de Chávez está localizado el tumor primario.
La manera más fácil que tiene un gobierno democrático para acabar con las especulaciones sobre la salud de un presidente es mediante la divulgación integral de los exámenes médicos, lo cual disiparía cualquier duda. En los casos de Lula y de la Presidenta Dilma Rousseff, las informaciones de los médicos fueron entregadas con la mayor transparencia.
Pero con Chávez, dice el periodista Pereira, incluso los mismos médicos brasileños que tuvieron acceso a sus exámenes no fueron autorizados para que analizaran todos los expedientes, solo vieron documentos aislados, como si se tratase de un rompecabezas que luego debían armar.
Solo un periodista venezolano ha podido aproximarse al mayor secreto de Estado de ese país: el cáncer de Chávez. Nelson Bocaranda, por revelar que su Presidente fue intervenido en Cuba, ha recibido feroces ataques del poder y el más absurdo de los adjetivos: contrarrevolucionario.