Los Reyes Magos llegaron a Toulouse en 1890. Allí compraron oro, lo guardaron un par de años y, antes de su visita a Buenos Aires, con el oro se hicieron de una mujer sin marido y del pequeño Carlos, el hijo de ella. Los magos, sentimentales, regalaron a Buenos Aires estas dos estrellas de Navidad.
Pasaron los años, Carlos Gardel era la voz argentina de los recuerdos del corazón. “Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez”. Dio identidad al Puerto, renombre a la patria, emociones a las personas deshumanizadas, dignidad al llanto. Hasta que un accidente aéreo en Medellín mató su voz y su acento y enlutó a la América que hablaba español. Sin la migración, Argentina y las vidas solitarias no tendrían a Gardel.
Los magos volvieron a Buenos Aires en 1899 y trajeron mirra para el niño Jorge Luis Borges, de raíces de patriotas que lucharon por la independencia del país, y de raicillas uruguayas e inglesas. Y Buenos Aires exportó un genio de las letras que puso a pensar al mundo, enseñó el valor de la reflexión, y preparó a la humanidad para los horrores y adelantos de la ciencia del siglo XXI. Sin la migración en reversa, ni Europa Nórdica ni la fría Nueva Inglaterra habrían tenido a su panegirista más preciso y perspicaz.
Gaspar, Melchor y Baltasar visitaron Buenos Aires en diciembre de 1936 y trajeron incienso, el que perfuma el interior de las catedrales y en sus volutas agradece a Dios porque Dios existe. Yo fumeo desde mi incensario y por tanto existo, adoro, temo y amo. Haber llegado Jorge Bergoglio a ser el primer papa sudamericano parece un cuento del libro “Corazón” de Edmundo de Amicis. El fausto del Vaticano y la vanidosa pompa de tan alta jerarquía no han podido con su sencillez, con su preferencia por los pobres, con sus intentos de reformar la curia romana. Algo populista, algo peronista, con un solo pulmón sano y una jauría que lo acosa sin respiro. Los papas han cubierto la pederastia de siglos en el clero. Francisco titubeó. Pero la presión de la sociedad chilena, la voz del pueblo, lo llamó al orden. Francisco se enmendó.
Sin la migración, no habríamos tenido un papa nuestro tan distinto del modelo europeo.
Los Reyes Magos visitaron la ciudad de Rosario y llevaron al niño Lionel Messi un mensaje del niño Jesús: “Lío, te admiro. Yo daría mi reino interior a cambio de patear tiros libres como tú. Gracias por la alegría que has dado a centenares de millones de niños tristes”.
Estos cuatro ejemplos nos hacen pensar que la migración es la luz del mundo y la sal de la tierra. Nada es fácil. Todo es complejo. La migración ha sido una poderosa fuerza en la evolución de la cultura humana. En este año 2019, la migración será un fenómeno que ponga a prueba nuestra paciencia, nuestra generosidad, nuestra calidad humana. Gardel, Borges, Francisco, Messi, argentinos grandes, una foto, por favor. Otra. Para Lenín…