Las letras que narran la historia del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) son gotas amargas repletas de dolor, indignación e impotencia; la desfinanciación de la Institución fue detectada y prevista muchos años atrás, conforme a informes de actuarios, economistas y organismos nacionales y extranjeros. En la década 1980-1990 el Banco Mundial manifestaba “Debido a la juventud de la población asegurada, el IESS ha tenido excedentes de caja. A pesar de ello la viabilidad financiera del sistema está en entredicho por los rendimientos reales de la inversiones, por una gran deuda del Estado y altos costos administrativos…” . “La deuda estatal y la mora patronal acumuladas hasta 1988 excedían el presupuesto e igualaban las reservas totales del IESS…”. “La atención de salud era prioritariamente de tipo curativo, no se hacía medicina preventiva” (1991). El Dr. Peter Thullen (1987) afirmaba “el incremento excesivo de personal (65% de 1979 a 1987), de manera injustificada e innecesaria, aumentó en forma desmedida los costos”(1992).
El economista cubano-norteamericano Mesa-Lago en 1992 emitió sus conclusiones y advertencias para evitar el colapso institucional. Ha transcurrido el tiempo y los valiosos consultores, cuyas observaciones deben estar coleccionadas en algún archivo, se habrían llenado de desengaño al contemplar que las situaciones que criticaron no se han extinguido, al contrario, se han acentuado como consecuencia de varios factores: corrupción, ambición, disminución de aportantes por la pandemia, falta de cumplimiento de pago de las obligaciones estatales y patronales, pésimas inversiones del Biess, exceso e incompetencia de muchos empleados y elusión e incumplimiento de la cancelación de los préstamos que hace el IESS.
En clara violación a la Ley, el Consejo Directivo del IESS, en el año 2015, decidió reducir el ingreso a los fondos de pensiones y de riesgos de trabajo y pasarlos al fondo de salud, con el fin de construir más hospitales en un afán hospitalocéntrico y oponerse a la medicina preventiva y a la atención primaria de salud (Prosalud), que ahorra hasta un 30% de costos y que establece el médico de barrio y la medicina familiar. La demagogia impuso, a través de la Asamblea, al Consejo Directivo, la aprobación de la ley que otorga atención médica a los hijos, menores de 18 años, de los afiliados, sin prever el financiamiento previo, con un costo de 900 millones de dólares. Nadie se opuso a esta insensatez.
La Superintendencia de Bancos pidió al IESS revise estas resoluciones. No se revisaron.
El Estado debe al fondo de salud USD 4 398 millones acumulados y al IESS más de USD 16 mil millones. Estamos inmersos en una crisis dentro de otra mayor, no podemos permitir el naufragio del barco salvavidas y peor aún de la nave de la patria. Busquemos todos soluciones para el país, para el IESS y para todas las instituciones. La tragedia heredada nos afecta a todos, salgamos de ella.