Las razones del triunfo arrollador de la presidenta argentina Cristina de Kirchner pueden ser múltiples pero será imposible que provoquen algún consenso entre analistas o actores políticos de la República Argentina. Mas bien, allende su frontera y, basados en experiencias parecidas como la ecuatoriana, se pueden ensayar conclusiones.
Es verdad que el movimiento peronista o el justicialismo no pasa por su mejor momento; así como es verdad que los candidatos del kischernismo, liderados por la mandataria perdieron regionalmente en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe; también es cierto, que existe un costo inflacionario maquillado por el gobierno y presunción de actos de corrupción en la altas esferas. Pero doña Cristina ganó con más del 50% de los votos nacionales.
Desde la otra orilla no se puede negar que los líderes de la oposición -respetables o no- practican una suerte de canibalismo que trasciende al ámbito electoral y llega hasta la sangre. Todo eso es cierto, pero contra el pronóstico más optimista, la presidenta argentina pulverizó a sus rivales y la única duda que deja es si gana o no en la primera vuelta de finales de octubre. La oposición por su parte, tiene muchos parecidos a la del Ecuador ya que no encuentra un eje conductor común, es casi imposible que coincidan en un proyecto nacional convocante que una y que no disperse.
El extraordinario triunfo dará para mucho contenido en columnas, revistas y hasta libros de quienes se jactan de conocer los genes y la evolución del peronismo. Empero, es posible sacar conclusiones preliminares y hasta tener la osadía de ensayar su aplicabilidad en el Ecuador que en el 2013 tendrá una nueva oportunidad.En primer lugar en Ecuador y Argentina existe un proyecto gubernamental cuyo principal y casi único objetivo es la permanencia y el ejercicio del poder sostenido en el clientelismo y en grandes obras públicas no fiscalizadas. Para eso disponen de grandes recursos y cuentan con pueblo que por los muchos avatares que ha vivido no le gusta que le muevan el piso con novelerías y aventuras políticas si percibe que la situación actual es tolerablemente estable a pesar de la prepotencia como estilo de gobierno. Los gobiernos de ambas sociedad gastan y grandes sectores sus comunidades consumen en una práctica sin futuro. En segundo lugar, los líderes o grupos de oposición podrán tener cabida en las elecciones regionales, pero en las presidenciales será muy difícil enfrentar un estado de cosas sostenida a fuerza de un proyecto populista sin alternativa ni competencia, pero con generosos recursos. En lo inmediato, hasta que exista algún sobresalto en la económica que licue los recursos la marcha peronista o las desgastadas canciones cívicas en el Ecuador se cantaran en ambos países.