¡Taxi, taxi…!

Por ser asunto de salud pública y seguridad, acudo al testimonio veraz y sincero del taxista señor Mauro René Escobar Coronel, socio de una cooperativa. Ha escrito un libro relatando los avatares en aquella profesión, sujeta a decepciones y peligros; arbitrios de la gente que los engaña para no pagar la “carrera”; y, lo peor, asaltos en los que se juega la vida.

Por ejemplo: llamado fuera de Quito para traer un enfermo, colocaron a un anciano en el asiento delantero adjunto; y, al llegar a la Capital, se dio cuenta que el tal “viejito” era un cadáver. La familia lo traía para sepultarlo.

Es constante el peligro con los delincuentes que utilizan una cuerda para rodearle el cuello. Para evitar que muera por asfixia, le someten a torturas; luego, lo abandonan en un lugar desierto y roban el vehículo.

Historias como éstas insertas en el libro escrito con objetividad, pero también con ternura y optimismo, terminan con esta invocación: “No olviden, debe dar las gracias por encontrarse con vida y junto a su familia; eso, eso es simplemente lo máximo”.

La cuestión de la salud pública reside –en el taxismo y en los conductores de bus- en que permanecen demasiado tiempo sentados. Al pasar de las horas la falta de circulación normal de la sangre en sus piernas deviene en una dolencia llamada flebitis; y en casos más avanzados, en hemorroides. Los dolores les obliga a dejar el trabajo por algún tiempo, pero la necesidad los obliga a retornar.

Conductores de bus urbano comienzan a laborar a las 5 de la mañana y deben entregar el vehículo entre las 8 de la noche o más tarde.

Cirujanos de toda especialidad deben permanecer de pie junto al quirófano y sufren consecuencias similares, en este caso por no sentarse. Militares con 12 horas de guardia; agentes de seguridad que pasan toda la noche no solo de pie sino circulando, corren riesgo. Gente joven que consigue un empleo en algún almacén de venta de productos como ropa, medicinas y similares, deben estar de pie todo el día: no tienen asiento.

El libro “Anécdotas de un Taxista” es revelador de estas duras realidades de la gente que debe trabajar para financiar el mantenimiento de su transporte (si es dueño) y cubrir las obligaciones de su hogar.

Algunos amigos de la politiquería, casi todos provenientes de hogares con fortuna, quizá no tienen ni idea de lo que acontece en estos estamentos sociales sujetos a tanto esfuerzo y limitaciones. Pertenecer al poder político y a los altos cargos públicos, aseguran sueldos elevados, cómodos horarios de trabajo y, como publica El Universo (24 de septiembre de 2019): “César Litardo viaja a China con comitiva de 9 personas).

¿Cuál el beneficio de estos viajes para el país? ¿Cuánto dinero requieren y con cuánto contribuyen de su propio peculio? ¡Injusticias que deben repararse, lo más pronto!

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