Gerardo Villacreces Carbo

¿Pescando votos…?

I.- Arrancó, de manera no oficial la campaña electoral, la cual será corta y pasará rápido, como será el período del binomio ganador. Los candidatos, en su apuro y afán, estarán enfocados en invertir tiempo, energía y recursos en “captar la atención” de electores rentables en términos de votos, previamente seleccionados por situación, edad, ubicación, etc. La herramienta, de la comunicación les permitiría, quizás, conectarse con sus electores a través de los efectivos puentes de la emoción y/o de la razón, siendo la primera tal vez la que prevalezca.

II.- Hay una línea, que separa las formas serias de generar atención, de las “formas populistas comunicativas”, independientemente de la línea ideológica que se trate; toda vez que, si bien la esencia es más valiosa que la forma, esta última no es menos en función de las importantes circunstancias. Cabe entonces, la responsable “creatividad y consistencia comunicativa” en la estrategia y tácticas de campaña. La creatividad, sin perder seriedad, credibilidad ni confiabilidad, debe estar al servicio de los actos ingeniosos que permitan captar inteligentemente la atención del grupo focal al cual va dirigido, no generando mayor resistencia en otros sectores, donde pudieran existir también simpatizantes. La consistencia, acorde a las elecciones de presidente y vicepresidente; consecuentemente, dichos cargos deberían alcanzarse con el cuidado, altura y dignidad que implican.

III.- Ojalá, no veamos candidatos en situaciones cursis, de caricatura o pescando votos con redes horteras, que desdicen el sentido de seriedad del aspirante; y que, a todas luces, deslucen no solo su imagen, sino la solemnidad del cargo que se pretende y la percepción del país. Se debe entonces, entender que no es solo captar la atención, sino hacerlo apropiadamente, acompañado de un mensaje claro, empático y esperanzador -que contenga propuestas ciertas-, sintonizando así con el elector, a fin de generarle emoción y/o reflexión “positiva”, estimulándole a tomar acción con el voto a favor. Aquella evidente, peligrosa y latente línea roja, que entonces no debería cruzarse, no es delgada, ni invisible.

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