Este artÃculo pretende señalar por enésima vez el manejo irregular del patrimonio cultural y el peligro existente de que lo que con tanto afán y cuidado se realizó en épocas anteriores, sea borrado con el codo. El resultado final, que nuestras dos ciudades patrimoniales: Cuenca y Quito pasen a formar parte del listado de patrimonio en riesgo.
Recordar al lector que los municipios son los custodios legales de su ciudad histórica, que el Gobierno central nada tiene que hacer en ello según las correspondientes leyes expedidas por el mismo Instituto Nacional de Patrimonio Cultural y Natural. A pesar de todas las advertencias por parte de técnicos e instituciones internacionales como el Icomos, en el Centro Histórico de Quito se ha derrocado ya la Dirección de Salud (MejÃa y GarcÃa Moreno), el terreno baldÃo pasará a ser un parque contra viento y marea.
Nada semejante se ha realizado en un Centro Histórico colonial… En Cuenca, en cambio, el mismo Municipio actúa sobre su Plaza de San Francisco que será convertida en un destino vehicular; en la propuesta consta un estacionamiento para 200 vehÃculos motorizados y otros extraños elementos como la presencia de un centro comercial subterráneo, casetas cilÃndricas en la superficie, arborización y graderÃos en uno de los costados.
El otro proyecto de movilidad es el del “TranvÃa de los 4 rÃos”, proyecto lanzado hace dos dÃas; 14 tranvÃas recorrerán y reemplazarán obsoletos y caóticas lÃneas de buses. Afirmamos que este es un gran proyecto de movilidad, sin embargo, se trataba de rodear el Centro no de atravesarlo. El primer caso resulta extraño, una contradicción si recordamos que el actual Alcalde, y con toda razón, ha realizado una campaña sostenida por el uso de bicicletas.
En ambas ciudades las autoridades hablan de la presencia humana no motorizada, un modelo de movilidad sustentable que frene el uso indiscriminado de automóviles. Esto supondrÃa, como debe ser, el que los centros históricos caminen hacia su peatonalización, y que el transporte público sea periférico, asà como sus paradas. Pero se actúa en contra de aquello que se predica. Las lÃneas de crédito para las ejecuciones de estos proyectos son jugosos y atractivos.
Es que hablar y creer en el cuidado del patrimonio no es sexy polÃticamente hablando; se sacrifican intereses personales en los que descansa la actual práctica polÃtica, por aquellos colectivos. Si bien llevada, la conservación supone gastar menos con eficiencia, recuperar el espacio para y por los ciudadanos de a pie sobre todo, y la protección de los valores patrimoniales relacionados con estudios históricos, arqueológicos y antropológicos que sirven no solo para llenar formularios, sino para resolver de mejor manera procesos de salvaguarda.