Meterse dentro del monstruo para desde ahí pretender explosionarlo, es terminar siendo digerido por aquel que es más grande y experimentado. Pretender cambiar un sistema desde adentro del mismo sistema, es acabar atrapado y ahogado por el propio sistema. Tomar el control o participar de las instituciones coloniales y criollas, y procurar con ellas hacer cambios estructurales es la ingenuidad que solo lleva a la autocolonización y autocriollización. Entrar a ser parte de un Estado corrupto, burocrático, narcotraficante, es caer salpicado en alguna forma de corrupción, en un acomodo epistémico, y en ser cómplice de la existencia del narco-estado.
Algo de esto se discutía allá por los años 90, para ver si era conveniente o no la creación del movimiento político Pachakutik. El tiempo les ha dado la razón a aquellos que se oponían a su creación. Quienes han llegado a ser actores políticos en algunas dignidades en el estado colonial-criollo, se han dedicado a acomodarlo antes que a empujar cambios profundos. A la final, Pachakutik no se diferencia de los otros partidos de la derecha y la izquierda, consagrados a hacer reformitas del capitalismo.
Se ha transformado en otro partido electorero que busca ganar elecciones como sea, y para ello puede aceptar a gente como Vanegas, Cerda, Guerrero. Pachakutik se ha convertido en otra desesperanza más. Gran parte del movimiento indígena ha caído en el juego y en la cancha de la democracia eurocéntrica y se han olvidado del proyecto original delineado hace 500 años para el regreso de Karán, Wirakocha, Tunupa.
El Pachakutik que fue concebido hace 5 siglos no significaba formar un partido, sino el retomar las formas e instituciones construidos en más de 10.000 años. El reposicionar los ayllus, markas y suyus con todo lo que ello conlleva. Aplicando el derecho natural y consuetudinario para reflorecer todo ello, por afuera del Estado-Nación. Eso es el Pachakutik Milenario. Los conscientes laboran para ello.