Es peligroso lo que ha hecho el poder presidencial, cada vez más prepotente, al transitar el noveno año de ejercicio, con la declaración amenazante de que habrá intervención directa a la autonomía del Colegio Nacional Montúfar, por haberse atrevido a manifestar públicamente la inconformidad con el traslado administrativo de 15 o más profesores a otro plantel educativo.
Este hecho atenta contra la autonomía en el sector educativo secundario y es propio de visiones equivocadas desde el poder. En las épocas del pluralismo ideológico-político se hizo factible la presencia del profesorado y del alumnado en las calles, sin que la fuerza pública interfiriera en las movilizaciones pacíficas y con altura; mientras que, en esta época correísta existe la permanente amenaza de ser perseguidos profesores y estudiantes, y hasta enjuiciados por alterar el orden. ¡Qué paradojas tiene la revolución ciudadana!
Al invadir la autonomía de la educación secundaria, descubre su afán intervencionista y llega a la amenaza de expulsar del país a la prestigiosa Universidad Andina Simón Bolívar (UASB), tan bien acreditada en casi 25 años de su creación acogiéndose a convenios internacionales. Los actos del poder absoluto no tienen limitaciones.
Desde otro ángulo de análisis, el Ministro de Educación ha tenido que replegarse a su ámbito privado, para dejar que sea la palabra presidencial la que asuma directamente estos problemas, que en otras épocas de separación de funciones, habría constituido una invasión de tipo administrativo que concluía con la renuncia inmediata del cargo.
Más prevaleció, en este caso, el inaudito ataque al ahora exrector de la UASB, Enrique Ayala Mora, crítico bien fundamentado de ciertos actos del Gobierno, al extremo de ser públicamente ofendido al referirse en un monólogo sabatino con el apelativo sarcástico y vulgar de una persona que usa corbatín, bajando sus palabras desde el lenguaje académico que debió usar, al del político; es decir, a otro campo no idóneo para el caso de quien ejerció, con suficientes méritos, esa función máxima.
Son hechos que intentan quitar méritos a un profesional educativo, sin lograrlo, porque a nivel nacional, dicho centro por él dirigido, tiene un sitial reconocido a través de centenares de egresados y graduados. Además, su planta de profesores bien dotados en conocimientos y títulos, ha hecho que muchas generaciones sigan inscribiéndose para las distintas carreras que ofrece, y al buscar plazas de trabajo sean aceptados.
Pero en esta época nadie renuncia a colaborar con el poder absoluto, pues hay un reciclaje de funciones al alto nivel administrativo; y, por eso todos se sienten capacitados para ejercerlas.
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