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Habrá dicho el pueblo de Quito el 1º de mayo-2015. Tal vez estas palabras cortas y contundentes estuvieron en el pensamiento de la variada oposición que desbordó los linderos del sindicalismo, para transformarse en evidente poder ciudadano. Esto se evidenció a lo largo y ancho de las tres regiones ecuatorianas, aunque en la visión presidencial, entarimada en la pequeña plaza de Santo Domingo, dijo que era de 6 a 1.
Por sobre las fotografías que captaron y los reportajes que escribieron para la prensa escrita más leída en el país –EL COMERCIO y el Universo-, quienes salieron este último viernes, desde la sede principal del IESS en el Ejido, formaron multitudes a lo largo de varios kilómetros hasta llenar, varias veces, la plaza de San Francisco. Esos dos sitios: de partida y llegada están ya convertidos en termómetro de todas las manifestaciones públicas. Más aún, cuando estas se encuentran justificadas ante mensajes mesiánicos presidenciales que alcanzarán los nueve años, y por haberse multiplicado los motivos para expresarse, sin convocatorias; esto es, libre y espontáneamente. Esos sentimientos de insatisfacción por tantas medidas impopulares como quitar el 40% de aporte del Estado al IESS, y otras, condujeron a la presencia física de columnas humanas que saturaron las avenidas y calles, ocupando hasta las veredas en un ir y venir. La presencia del pueblo de Quito alcanzó un nivel de repetición en las capitales provinciales de todo el país, y de otras ciudades.
Puede ser, que después de unas semanas, sin precisar su número, se convoquen otras protestas sociales a través del sindicalismo, para convertirse en noticias o reportajes de la prensa todavía libre, como las que provienen del Frente Unitario de Trabajadores-FUT- o de otras agrupaciones populares. Ya el pueblo ecuatoriano, que antes estuvo dentro de los partidos políticos, pero que después de ocho años y medio de habérsele dejado que crezca al correísmo, volvió a los cauces naturales de expresión pública en las calles; y los mensajes de protesta se escribieron en millares de carteles. Todo esto, es el resultado del creciente hastío ante el vocerío sabatino que ya concluyó su ciclo de audiencia popular, para ser una misa con escasos fieles. A más de estar llenas las calles, se coreaban frases, y una de las más repetidas e impactantes, decía en carteles y lienzos: “Fuera Correa, fuera”.
Por eso, al haberse percatado, desde las alturas del poder absoluto, que aquel enunciado presidencial de “somos más, muchos más” estaba fuera de la realidad, fue desplazado del gran escenario de la plaza de San Francisco, al espacio pequeño que tiene la plaza de Santo Domingo, que hasta ahora nunca fue tribuna política; y allí convergieron también quienes llegaban desde otras provincias, especialmente de la Costa, para oír la proclama correísta que fue inédita, porque ningún presidente de la República levantó tarima para ser escuchado un Primero de Mayo.