¡Es un peligro para México! Fue la frase central de la campaña negra que años atrás se hizo contra la pretensión de AMLO de llegar a la Presidencia. Hartos de la corrupción, decepcionados y ya sordos frente la advertencia, los ciudadanos decidieron darle la oportunidad al denostado candidato. Luego de más de tres años de gestión, la frase parece haberse hecho realidad.
No se trata de una mera percepción. Son hechos y datos, algunos emanados incluso del gobierno. La pobreza, así como la violencia criminal aumentaron, la economía vive la peor etapa en décadas, muchas instituciones estatales han sido desmanteladas o cooptadas por personas sin preparación o viven bajo asedio.
El periodismo y todo crítico, desde intelectuales hasta científicos, son atacados por Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El asesinato de comunicadores va al alza y en el servicio exterior han sido propuestos o colocados como cónsules o embajadores personas con acusaciones de acoso sexual o franca ineptitud.
La corrupción en esferas del poder oficial está documentada, los militares tienen hoy un poder y presencia en la gestión del Estado como nunca antes. El manejo del covid ha sido una de las peores del mundo, con más de 600 000 muertos, considerando el exceso de mortalidad.
Varios contrapesos al poder resisten. Entre ellos el Instituto Electoral y algunos ámbitos de la justicia. Pero el acecho es intenso.
El Presidente afirma que todo está bien. Más de 60 por ciento de la población sigue apoyándolo, mientras él mantiene sus intervenciones diarias en una conferencia de prensa, donde no hay cuestionamientos reales. En las cientos de horas que ha hablado, se contabilizan casi 70 000 afirmaciones no verdaderas.
La gestión a AMLO terminará en octubre de 2024. Ya emergen en encuestas malas calificaciones a su gestión, y los hechos indican que dejará una herencia jamás imaginada por muchos electores: un país con retrocesos en democracia, desarrollo, ambiente y derechos humanos.