Un audio -que fue filtrado a través de redes sociales- abrió el debate sobre el alcance real de los diálogos nacionales que impulsa el Gobierno. ¿Representan solamente una estrategia para que el Régimen gane tiempo y merme la polarización política? ¿Los acuerdos a los que se llegan en las diferentes mesas de conversación serán implementados o se darán largas burocráticas?
Ante estas dudas, las organizaciones sociales, indígenas y colectivos han manifestado su preocupación. Hoy está previsto que llegue a Quito una movilización indígena que partió desde la Amazonía.
Se teme que los diálogos no terminen en resultados concretos y respuestas para sus necesidades. Si eso se da, el Gobierno podría echar por la borda todo lo avanzado. Resulta prioritario recuperar la confianza de los actores políticos y la ciudadanía que creyó en los diálogos.
El silencio que ha primado al respecto no puede ser una alternativa para el Gobierno del presidente Lenín Moreno. Debe afrontar la situación y establecer claramente qué se debe esperar de los diálogos con honestidad y transparencia. Separar de sus filas a quién o quienes no creen en ese proceso como un mecanismo de participación y cogobierno podría ser una buena señal.
Y sería importante también dejar en claro que no todo lo que se debata en las mesas podrá ser incluido. Hay temas que, por ejemplo, atentan contra la normativa vigente y no pueden ser implementados o chocan con los principios fundamentales de las partes.
Habrá otros temas que llevarán más tiempo concretarlos o que requieran de condiciones especiales. Y también aquellos que pueden ejecutarse de forma inmediata.
En cualquier caso, el mecanismo del diálogo siempre va a ser positivo y no puede comprometerse por la infidencia de un funcionario. Hay objetivos nacionales comunes que son urgentes para la vida democrática, como la recuperación de la institucionalidad del país y la independencia de los poderes.