En estos tiempos de enfrentamientos callejeros, vale la pena recordar otras violencias cotidianas y estructurales. Como las que suceden en el sistema educativo. Los abusos sexuales son las más nefastas, sin embargo, no son los únicos. También están los castigos físicos…
Al mencionarlos evocamos el emblemático caso del Inspector del Mejía (2018) que daba palo a los estudiantes para disciplinarlos. El tema se visibilizó por un video imprudente. Seguir su huella, nos servirá para colocar un par de conclusiones.
El Mineduc cumplió con varias acciones: separación de funciones, jornadas con profesores, suspensión sin sueldo… por 70 días. Transcurrido el plazo, el profesor volvió al mismo colegio, al mismo puesto, con el mismo tipo de estudiantes. ¿Con nuevas prácticas?
Vale recordar que lo más vergonzoso fue el apoyo que el maltratador recibió de muchos estudiantes y familias en el colegio y en las calles. Abogaron por el valor formativo de los castigos. Se conoce que varias familias hicieron vaca para cubrir el sueldo del Inspector durante sus famosos 70 días.
Casos como éstos nos permiten establecer algunas conclusiones. La primera es la naturalización de la violencia. Una encuesta publicada por Plan V asegura que un 41% de niños fueron disciplinados mediante castigos. Los adultos valoraron la agresión física. La vieron como normal y necesaria. Consideraron que debe replicarse.
Una segunda conclusión refiere al tratamiento de las violencias. Existen protocolos que se activaron, hay que reconocerlo. Pero se trata de procesos largos, enmarañados, burocráticos, opacos. Nada de oportunidad, transparencia y comunicación. La sociedad civil y la opinión pública -impulsores de las reparaciones- quedaron fuera de combate. El caso se evaporó.
Lo mencionado aboga por retomar una propuesta de construcción de una instancia pública y de sociedad civil para dar seguimiento. Una instancia que estimule la denuncia y garantice procesos expeditos. Que asegure las reparaciones, exija rendición de cuentas y mantenga a la sociedad informada. Para aplaudir los avances. Para corregir los desastres.
Casos como éste no pueden quedar entre 4 paredes o resucitarse cuando aparece un episodio similar. Esta instancia -tipo Observatorio- puede tener alto valor para todos, especialmente para los vulnerables. La acción independiente del Ministerio de Educación no alcanza. La acción aislada de la sociedad civil no es suficiente. No provocan soluciones de fondo. No generan aprendizajes para los actores.
Existen varias ONG comprometidas y proponentes. Y otras instancias de la Asamblea y el Ejecutivo que pueden tener roles estelares. La instancia colectiva puede aportar a disminuir violencias, a desmontar estructuras autoritarias, a romper procesos opacos y a construir escenarios de paz. Para que 70 días de sanción no suenen a burla sino a solución integral.