El presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, entregará su cargo el 30 de noviembre a su sucesor, el presidente electo Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Su gestión culmina, cabe destacar, con un muy alto nivel de aprobación, del orden del 64%. En México se privilegia constitucionalmente la noción democrática esencial de la alternancia, razón por la cual, luego de un mandato de 6 años, no hay reelección posible.
No obstante, en materia de seguridad personal, la presidencia de Felipe Calderón obtiene un reconocimiento llamativamente bajo. De un 31 %. 40% de los mexicanos encuentra que su desempeño en este capítulo particular ha sido regular, mientras un 27% lo califica de malo o muy malo.
Por eso no llama demasiado la atención que para el 58 por ciento de los entrevistados el mayor problema por resolver en la actualidad sea el de la seguridad. Ocurre que en los últimos seis años por lo menos unas 50 000 personas han sido oficialmente reconocidas como víctimas de asesinatos perpetrados por organizaciones criminales generalmente ligadas al narcotráfico. Las organizaciones civiles no gubernamentales hablan incluso de una cifra más alta, cerca de 60 000 personas.
Los asesinatos mafiosos alcanzaron su punto máximo en 2011. Entre enero y septiembre del año pasado hubo 12.903 homicidios, una cifra realmente dramática. Todo esto sucedió pese a la acción del Estado federal y a su empeño por tratar de reducir la capacidad delictiva de esas organizaciones. Ha llegado a desplegar a unos 45 000 soldados.
Por el momento al menos, dos carteles son tenidos como los más peligrosos: el de Sinaloa, que responde a Joaquín (“El Chapo”) Guzmán, a quien se considera el narcotraficante más poderoso del mundo, y el de “Los Zetas”. El despliegue de las fuerzas de seguridad ha producido lamentablemente un aumento notorio de las violaciones de derechos humanos, que ha sido denunciado por distintas organizaciones civiles.
Calderón trabajó arduamente en mejorar la calidad de las fuerzas policiales , a las que modernizó y depuró incansablemente. Una encuesta reciente sugiere que tan sólo el 8% de mexicanos tiene confianza en sus estructuras policiales, de las que no ha podido desterrarse a la corrupción.
Peña Nieto ha prometido seguir con intensidad el esfuerzo de su predecesor en esta materia, comprometiendo en la lucha contra el crimen organizado tanto a las fuerzas armadas como a la policía federal. Respecto de la última, ha anunciado que llevará el número de sus efectivos de los actuales 36 000 a 50 000, manteniendo empeño en su constante modernización y profesionalización.
Con la confirmación de su triunfo , el mandato de Peña Nieto está por comenzar. Cabe instarlo a priorizar como urgencia impostergable, la seguridad personal de los mexicanos.