Quiero esta tarde con ustedes compartir unas frases de la insepulta de Paita, de la compañera política de Simón Bolívar, de mi compatriota ecuatoriana Manuela Chávez…”, exclamaba una candidata correísta ante sus partidarios, que la aplaudían a rabiar por su profesión bolivariana, convencidos de que, además de la segura prefecta provincial, tenían ante si una persona llena de sabiduría, tan admirable como la del amado líder, bolivariano y alfarista, que dirige el operativo desde su ático belga.
Posiblemente las ocupaciones de la década “ganada” no le permitieron a esta connotada candidata leer algo sobre la vida de la “compañera política” del Libertador, Manuela Sáenz. Pero no cabe duda de que sabía que tenía que llamarse “Chávez”. Claro, ¿por qué iba a tener un apellido común y corriente como Sáenz, cuando podía compartir el apelativo con el del máximo dirigente de América Latina, comandante Hugo Chávez?
Porque, justo es reconocerlo, los “revolucionarios” ecuatorianos se dan cuenta de que su líder propio es bastante de segunda categoría y por eso tienen que acogerse bajo el movimiento chavista, cuyo fundador es su máximo ideólogo. Esto merece destacarse, porque cuando Venezuela cae en pedazos por el peso de la incapacidad y la corrupción, siguen leales al chavismo y lo defienden.
Los lectores juzgarán si la demostración de sabiduría de la candidata de marras es o no correcta. Al fin y al cabo, el que tiene plata dice lo que le da la gana. Pero sus palabras dejan en evidencia que nuestros héroes están condenados a ser manipulados políticamente. El culto a Bolívar y la memoria de Manuela Sáenz han sido utilizados por más de un siglo como elementos de la lucha por el poder. El bolivarianismo de Chávez y el alfarismo de Correa son las últimas muestras de ello, aunque han causado más estragos que antes por la actual influencia de los medios.
En todo ello hay una apropiación de nuestras grandes figuras históricas para usarlas como instrumento de ideologización. Pero ¿Por qué debíamos extrañarnos si se han apropiado de los símbolos nacionales, de las canciones patrias, de la música protesta, del nombre del socialismo, de nuestras tradiciones ecuatorianas? Robar la identidad de un pueblo es corrupción. Y de las peores.
La sabia candidata sentenció: “Quiero decirles que la historia es cíclica, como decía el comandante Hugo Chávez”. Cuando estudié historia me ensañaron que esa frase sobre el “eterno retorno” la dijo Heráclito hace 25 siglos y luego otros muchos, como Hegel el siglo XIX. Pero eso no importa, mientras las “sumisas” sigan citando a Simón Bolívar y Chávez, Antonio José de Chávez, Gabriel García Chávez, don Eloy Chávez, Dolores Cacuango de Chávez y Jorge Glas Chávez, hasta que retorne el “insepulto” de Bélgica.