“Nuestra juventud -que comprende más del 40% de la población- no cree en los partidos políticos y sus líderes. El certificado de votación es el único vínculo con la política”.
La Fundación SM de España ejecuta desde hace 30 años el proyecto Observatorio de la Juventud en Iberoamérica, donde se inscribe la Encuesta Jóvenes del Ecuador 2021, con el propósito de identificar las actitudes y comportamientos de la juventud en países de la región.
Una de las conclusiones expresa “que la mayoría de los jóvenes ecuatorianos está desvinculada de la política y las organizaciones políticas. La razón estriba en la poca o ninguna confianza en los líderes y sus instituciones. El 85% no cree en los partidos políticos. Predomina entre los jóvenes la desconfianza y el descontento en la democracia y los mecanismos de representación, pero reconocen la importancia de la libertad de expresión, los derechos humanos y la igualdad entre hombres y mujeres. El único contacto con la política se produce en las elecciones”.
Esta situación es muy grave. Nuestra juventud –que comprende más del 40% de la población- no cree en los partidos políticos y sus líderes. El certificado de votación es el único vínculo con la política.
Hay que reconocer que, en nuestro país, han fracasado las organizaciones políticas. Predominan las corrientes clientelares con maquinarias electorales. Y al vacío ético y las promesas no cumplidas, se añade la inopia y la falta de contenidos ideológicos de los partidos, que han erosionado la democracia. Investigaciones advierten el derrumbe de las ideologías con la globalización y la aparición de otra tendencia conocida como socialismo del siglo XXI.
En este contexto, la actividad política de los jóvenes ha sido un comodín y la participación una utopía. La juventud ha perdido protagonismo; su capacidad yace adormecida en la televisión, las computadoras, los videojuegos y los celulares. Los partidos políticos son vitales para la democracia. Al comenzar el año es urgente ejecutar un proceso de reinvención de los partidos con los propios jóvenes, y la práctica de la cívica, la ética y la democracia. ¡La juventud y la política constituyen una deuda pendiente de toda la sociedad!