La crisis de gabinete se inventó como una delicadeza con los colaboradores. Todos los ministros presentaban la renuncia y algunas eran aceptadas, pero nadie era despedido. Los voceros palaciegos de ahora han hecho lo contrario, han dicho a nombre del Presidente que los miembros del Gabinete serán sometidos a evaluación. Es la palabra más infeliz del momento porque tiene una connotación funesta después de la ola de evaluaciones y destituciones acometidas por el Consejo de Participación Ciudadana.
El procedimiento provocó una renuncia irrevocable y dos ratificaciones sin evaluación. Era lógico; ¿cómo puede un canciller representar al país si está sometido a evaluación? ¿Cómo puede un ministro de Finanzas renegociar nada si está sometido a evaluación? Todos los ministros quedaron con la espada de Damocles sobre su cabeza.
Cuentan que un orador asustaba a su auditorio diciendo que todos tienen encima la espada de “Sófocles”. Un asesor intentó corregirle susurrando: la espada de Damocles. Bueno, dijo el orador siguiendo su discurso a gritos, en ese tiempo todos llevaban espada. Ahora también vivimos tiempos en los que todos llevan espada porque se ha iniciado el frenesí de las conspiraciones.
La primera víctima a quien le caerá la espada de Damocles será la vicepresidenta Vicuña porque puede ser destituida. La maquinaria se ha puesto en marcha y será demoledora si se mide por el número de votos que alcanzó la petición de renuncia; cero votos a favor. Todos están en contra con excepción de los morenistas que se han declarado neutrales. Si puede caer la Vicepresidenta, empezará la lucha por su reemplazo; habrá voluntarios, negociaciones, acuerdos y todo a sabiendas de que se veta o se elige un potencial Presidente.
La Vicepresidenta se ha quedado sola porque estaba más cerca de Correa que de Moreno y no era confiable para ninguno. Las evidencias son tan claras que no ha tenido más remedio que confesar que una parte del salario confiscado era depositado en su cuenta personal. La Fiscalía investigará el destino de esos recursos.
En el frenesí de las conspiraciones todos corren el riesgo de salir manchados. El acusador es acusado de chantajear a la Vicepresidenta, la asambleísta Espín quiso utilizar las evidencias para evitar su destitución. Desde su soledad, la Vicepresidenta dispara en todas direcciones tratando de conformar un complot en contra del Gobierno. Por ahora su caso entrará en receso, judicial hasta que la Fiscalía investigue y busque fundamentos para una acusación; político hasta que se integre la Corte Constitucional que debe autorizar un eventual juicio en la Asamblea.
El Gobierno tratará de olvidar el escándalo para concentrase en las 17 observaciones hechas por la Asamblea al Presupuesto del 2019. A estas alturas ya sabemos que ni el Presupuesto ni las observaciones resolverán los tres problema más grandes: el excesivo gasto público, la excesiva deuda y la excesiva tolerancia a la corrupción.