La agenda se la percibe previsible si solo se utilizan las artes de la imaginación: cambio de presidencia en la Asamblea Nacional, ubicación política y funcional del Consejo de Participación y Control Social, juicio o destitución del Presidente de la República. Las fuerzas son parejas; por un lado, el PSC, el correísmo y algún retazo importante de Pachakutik. Del otro lado, el gobierno ahora reforzado con una especie de ángeles o agentes 007 llamados “asesores sin sueldo” fuera de todo contexto institucional o administrativo.
La situación demuestra que el caos político producido es en gran parte causado por la ignorancia del sistema para conocer la diferencia entre legalidad y legitimidad. La primera es clara en el fondo y forma. Es propia del sistema jurídico a nivel de la doctrina y el ordenamiento constitucional.
El caso de la legitimidad es diferente pues, además de un origen legal, requiere de elementos propios de la sociología como son la aceptación y el respeto colectivos.
Debe agregarse que en términos de inestabilidad del sistema democrático el desacierto gramatical y lógico del texto de los artículos 129 y 130 de la constitución que se refieren al juicio político y a la destitución del primer mandatario; con el agravante, de que el segundo numeral del 130 , se refiere a la imputación de “conmoción interna y caos político”, sin calificación de la Corte Constitucional.
La única esperanza, visto desde el ámbito de las experiencias recientes en América Latina es que emerja una nueva fuerza generacional como la que se expresó plenamente en Chile, en parte en el Perú y con expectativas en Colombia y Argentina. Podrá repetirse el fenómeno en el Ecuador si persiste en su afán histórico una nueva generación de jóvenes, mujeres y pueblos marginales como sucedió con Jaime Roldós o seguirá dependiendo de la triada del PSC, correísmo y Pachakutic; además, de los “007 sin sueldo” del otro lado.