El presidente Moreno tiene razón, cada vez el ambiente es más liviano y fresco. El peso de la opresión se dispersa. Y es que hay más señales que el aparato de control y disciplinamiento correísta pierde fuerza. La gente respira libertad. Sonríe.
Un colega columnista señala que Correa acertaba cuando, por ejemplo, al referirse a sus críticos entre otros epítetos les decía “sufridores”. Y es que era cierto, dice, cómo no se va a sufrir semana a semana, cuando al redactar tu artículo, sufrías, al pensar diez veces en poner una u otra palabra crítica que podía ser tu sepultura, al esperar el fogonazo de la sabatina en tu contra, el probable juicio penal, o la amenaza contra tus familiares. Sufrías, tú, tu familia y los buenos amigos que te pedían bajar el tono.
Si, efectivamente fueron 10 años de sufrimiento y de miedo que caló en la sociedad. Década de maltrato. No solo fue miedo. También fue conformismo, idiotización y dogma. Dádivas, bonos, espectáculo y monumentalismo que encubrió novelería, ineficiencia y presunta corrupción.
Mónica Almeida y Ana Karina López, en su libro “El séptimo Rafael”, realizan una biografía del ex presidente , intentado explicar el carácter y estilo del personaje, que parte de su formación la recibió en el Colegio San José, de los Hermanos Cristianos, donde “un ex alumno recuerda con impresión el zapato del profesor a la altura de sus ojos mientras rendía exámenes. Esa humillante práctica se debía a que el profesor de química se paseaba encima de las bancas…para evitar que los alumnos levantaran la mirada y copiaran a su compañero…Caracterizaciones excluyentes con alusiones racistas. La entrega de libretas, con aplausos para los aplicados y desdén para los más dejados. El encierro de diez horas semanales… Disciplina envuelta en religiosidad.” Su otra gran fuente de formación fue el liderazgo de los Boy Scouts.
¿La sociedad ecuatoriana podrá superar el disciplinamiento correísta? Los gestos del Presidente Moreno remueven el piso. Dan oxígeno a la mayoría de ecuatorianos, pero provocan iracundia del correísmo duro que controla la casi totalidad de instituciones del Estado, y no permitirá que baje su poder, en espera del retorno del mesías. Tal enojo, ya mismo se transformará en boicot. El caudillo se alzará como el gran opositor de cara al 2021. Suenan vientos de guerra.
Se acabó el tiempo. Lenín no podrá solo. El morenismo está en formación. Los corruptos deben ir presos y que devuelvan lo robado. Por ello vendrá gran apoyo popular y abundante legitimidad. Con ese impulso y con urgencia requiere conformar un gobierno progresista, plural y de salvación nacional. El vicepresidente, tan cuestionado, debería dar un paso al costado; y los ministros y asesores correístas, ser puestos en la calle.