El próximo domingo tendrá lugar la segunda vuelta presidencial en Francia. Pese a que las encuestas muestran un estrecho margen a favor del actual presidente y candidato centrista, Enmanuel Macron, puede haber una sorpresa. Eso es que la ultraderecha, representada por Marine Le Pen, logre la mayoría de los votos válidos.
Hay que tomar en cuenta que los resultados de la primera vuelta fueron apretados: Macron 27,85%, Le Pen 23,15% y Mélenchon 21,95%. Como solo pasan a la segunda vuelta los dos primeros, una de las grandes interrogantes radica en saber cómo votarán esos 7,7 millones de electores que apoyaron en primera vuelta al líder de la izquierda populista, Jean-Luc Mélenchon.
En estos días Macron ha tratado de moderar su discurso y suavizar algunas de sus reformas más polémicas (mercado laboral y pensiones) pero el problema que tiene es el alto nivel de rechazo de una parte de la ciudadanía. Una nota de El País señala que, comparado con sus antecesores (Nicolas Sarkozy y François Hollande), ningún presidente francés ha suscitado un odio tan febril visceral como Macron. Molesta su arrogancia, narcisismo, aire de superioridad…
Le Pen, en cambio, ha aprovechado de estas debilidades de su rival para mostrarse más cercana de los ciudadanos de la calle, sin dejar de lado sus posturas polémicas y radicales.
Pese a que Mélenchon ha instado a su electorado a no dar ni un solo voto a Le Pen, los votantes no siempre obedecen ciegamente lo que dicen sus candidatos. Hay que tomar en cuenta que cerca del 50% de la votación obtenida en la primera vuelta por Mélenchon puede considerarse como de “convicción”. Estos podrían votar a regañadientes por Macron, se abstendrían o votarían en blanco o nulo. El otro 50% no sigue consignas o posturas ideológicas marcadas. Es un voto antisistema. Este sector puede estar tentado a seguir el llamado de Le Pen.
El rechazo entonces de ciertos sectores a l Macron, el abstencionismo y un creciente voto antisistema pueden jugar en favor de Le Pen. ¿Llegó la hora de la ultraderecha en Francia?