El deporte nació en las épocas más remotas de la humanidad, según lo prueban los vestigios arqueológicos. Muchos frescos antiguos testimonian las hazañas de los campeones deportivos de aquella época. Es presumible que su origen sea la guerra y la cacería, y que las carreras de los hombres primitivos para escapar de los animales salvajes o para cazarlos, los saltos para franquear obstáculos naturales, las travesías a nado por los cursos de agua, el uso de lanzas en las faenas guerreras y la lucha cuerpo a cuerpo con los enemigos hayan inspirado, por obra del espíritu lúdico del hombre, sus primeras actividades deportivas que lo llevaron a competir con los demás en destreza, fuerza o habilidad.
La institucionalización de las actividades deportivas es gloria de los viejos helenos y responde a su principio de “mens sana in corpore sano”, que fue recogido por los romanos a través de su poeta satírico Juvenal en el verso 356, sátira X, de su única obra: “Satyrae”.
Ciertas modalidades deportivas – boxeo, lucha, kárate, yudo, taekwondo, kendo, tai chi, kung fu, jujitsu, aikido, tiro con arco o con armas de fuego, esgrima, lanzamiento de jabalina o de bola, remo y equitación- delatan las remotas vinculaciones del deporte con la guerra.
Los Juegos Olímpicos se iniciaron en el año 776 a.C como parte del festival religioso en honor de Zeus, el mayor de los dioses griegos. Se celebraban en Olimpia -el más antiguo centro religioso del mundo helénico- durante el verano de cada 4 años. Allí estaba la escultura de Zeus, de 12 metros de altura, labrada en oro y marfil por el escultor griego Fidias a mediados del siglo V a.C., considerada por los historiadores romanos una de las siete maravillas del mundo.
En ellos se dilucidaban no sólo las emulaciones deportivas sino las rivalidades políticas entre las ciudades griegas. En los años 472 a 350 a. C. los Juegos alcanzaron su máxima popularidad y adquirieron las características que les hicieron célebres en la posteridad. Los ganadores eran coronados con una rama de olivo y recibían además honores y privilegios.
Han tenido dos grandes etapas históricas: la antigua, que se extendió desde el año 776 antes de la era cristiana hasta el 394 después de ella, año en que el emperador Teodosio -el último gobernante del Imperio Romano indiviso- abolió las competencias por su simbología pagana; y la etapa moderna, a partir de 1896, en que ellas se reanudaron para “promover el buen entendimiento y la amistad entre las naciones”.
En 1894 se fundó el Comité Olímpico Internacional -que lo presidió Coubertin desde 1896 hasta 1925- encargado de establecer la política olímpica a escala mundial, organizar los juegos, escoger su sede, calificar a los países participantes e incorporar o suprimir disciplinas deportivas.