Inquietudes nacionales

1. ¿Piensa usted que se firmará un acuerdo comercial con la Unión Europea?, ¿cómo debiera ser ese acuerdo?

El Gobierno es consciente de los enormes costos sociales (pérdida de empleo), económicos (caída de producción) y políticos (malestar) que se ocasionarían al no llegar a un acuerdo comercial con la Unión Europea. Sólo se dispone de este año, como una suerte de ventanilla de última instancia, para sortear los temas pendientes de la agenda, pues a partir del 2015 más de la mitad de las exportaciones que actualmente ingresan al bloque europeo bajo el sistema de preferencias SGP plus, deberán hacerlo pagando aranceles altos, que en muchos casos los sacaría del mercado.

Finalmente, parece que el Ejecutivo entendió la dimensión del problema y por eso ofreció el respaldo político a la negociación con la Unión Europea. Y no sólo eso, sino que llegó a señalar la urgencia de emprender esta negociación, al indicar que espera firmar el documento en el primer trimestre de 2014.

En efecto, el ministro de Comercio Exterior se ha mostrado optimista sobre las posibilidades de cierre de un acuerdo comercial. De hecho, anunció que la reunión de los equipos negociadores se realizará a mediados de enero; una segunda cita se desarrollaría en febrero; y la ronda de cierre tendría lugar en marzo o abril. De no cumplirse este cronograma, no habría garantía de que se fijen otras fechas, de plazo cercano, en razón del calendario de las elecciones de parlamentarios europeos.

Esto avanza, a pesar de que ciertos sectores del Gobierno -Cancillería y Senplades- se oponen al acuerdo, lo que genera un ruido que puede devenir en incumplimiento del cronograma o en la adjetivación de ciertas condiciones como no aceptables para el Ecuador.

En la realidad hay poco espacio para la negociación. Los acuerdos previos de la UE con los vecinos ya marcan la cancha. Sin embargo, las negociaciones revisarán el contenido de todas las mesas temáticas, pero los equipos negociadores concentrarán su atención en aquellas en las que aún no se tiene un entendimiento integral. Estas son propiedad intelectual, compras públicas y servicios.

Entre los temas que el país está solicitando un tratamiento especial a la Unión Europea, están la inclusión de una salvaguardia cambiaria por tener una economía dolarizada, la revisión de los períodos de prueba en los fármacos, tratamiento singular de los conocimientos ancestrales, la exclusión de productos como el maíz, lácteos, papas y cereales.

2. ¿Qué futuro tienen los acuerdos de Alba y Petrocaribe?

Son acuerdos más políticos que económicos. Si bien los líderes sudamericanos que forman parte de la Alba han dejado en claro que la integración es un proyecto que continúa en marcha, varios son los factores que determinan la continuidad de los acuerdos. El primero y más importante es el económico pues el éxito del acuerdo depende de la capacidad de los recursos que puedan disponer los países miembros para su apoyo mutuo. La economía venezolana enfrenta serios problemas de orden económico, lo cual es un determinante que acotará las posibilidades de usar el petróleo como parte importante de su política exterior. En particular, la continuidad de la alianza Petrocaribe que consiste en que los países del Caribe compren hasta 185 000 barriles diarios de petróleo venezolano, en condiciones de pago preferencial puede verse comprometida, mientras el intercambio comercial entre estos países es de valor marginal. Ecuador también tiene problemas fiscales y de balanza comercial. Los demás, poco cuentan en la realidad.

El segundo factor consiste en la continuidad ideológica que puedan encontrar los líderes y representantes actuales en el interior de sus países. Los cambios en materia política en los países miembros serán, sin duda, determinantes para el mantenimiento de estos acuerdos.

3. Para acortar la brecha de la balanza comercial, ¿se debe limitar las importaciones?, ¿con qué criterio?

Este es el enorme costo que debe pagar el país por su reticencia a mantener una política comercial internacional activa, abierta con selectividad razonable y dispuesta a asumir obligaciones contractuales con otros países o zonas económicas.

A lo largo de los últimos años las exportaciones sólo recibieron el influjo de los buenos precios internacionales, pero no existieron incentivos para promover su producción, búsqueda de nuevos mercados o consolidación de los actuales. Mientras el gasto público, siempre creciendo por encima de toda la economía, se convirtió en un detonador de las importaciones, que aumentaron en volumen y valor.

Ahora el remedio es doloroso. El país no soporta ese desbalance y el influjo de los precios internacionales de las exportaciones parece haberse terminado, por lo cual el camino de corto plazo se concentra en esta visión reductora de las compras a toda costa, sin mirar los daños que ocasiona incluso en el abastecimiento de productos razonablemente necesarios.

Lo lógico sería establecer un cambio en la conducta del gasto público. Volver a los principios de manejo calificado en función de prioridades, para desactivar esa masa de consumo que se alimenta con el continuo suministro de los recursos que salen del arca fiscal. Reducir en definitiva la capacidad de gasto de los consumidores, con cuya conducta reordenada de forma normal y no arbitraria o impuesta se corregiría el desbalance externo.

Pero no creo que el país recorra ese camino. El Gobierno profundizará su acción de control de las importaciones con todo tipo de medidas paraarancelarias. Sabe que la estabilidad del sistema está en juego. No hay recursos para mantener ese derroche de compras internacionales que tanto auspició. Empieza el tiempo de generalización de las limitaciones. Ya ocurrió así el 2013 en algunos sectores.

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