El 5 de este mes se hizo público el documento preparatorio para el sínodo extraordinario de obispos, por realizarse en octubre del año próximo, que tendrá como tema los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización. Llamó positivamente la atención el largo cuestionario sobre el estado de situación y la manera de ver las cuestiones por parte de toda la Iglesia presentado por el papa Francisco.
Si bien están dirigidas a los obispos, las preguntas deberían llegar a todos los laicos, a través de las parroquias y otras instituciones que trabajan en el ámbito familiar. Se trata de casi 40 puntos estructurados en nueve capítulos.
En ellos la Iglesia se pregunta cuál es el real conocimiento de las enseñanzas de la Biblia y los documentos del magisterio sobre el valor de la familia, qué piden las personas divorciadas y casadas de nuevo a propósito de la posibilidad de comulgar, qué actitud asumen las comunidades frente a las uniones de personas del mismo sexo y con respecto a la educación religiosa de los hijos de familias no regularmente constituidas.
También hay cuestiones mucho más específicas destinadas a los expertos, como cuando se habla de la ley natural, o de la cuestionada encíclica Humanae vitae, que en 1968 Pablo VI quiso escribir contra el parecer de no pocos obispos y en la cual se mostró abiertamente contrario a la regulación artificial de la natalidad y al aborto, por considerar que ello abriría caminos a la infidelidad, a la intromisión de los Estados en la vida privada de los ciudadanos, y que podría atentar contra la dignidad de la mujer.
La toma de posición planteó arduos debates y muchas veces los obispos y sacerdotes aceptaron implícitamente criterios pastorales más atentos a las urgencias sociales y culturales de la vida cotidiana que al texto de los documentos. El largo pontificado de Juan Pablo II imprimió posiciones rígidas al respecto y, en la práctica, impidió que los teólogos morales trataran esta crucial temática.
La experiencia pastoral de Francisco y la de otros pastores sugiere escuchar con mayor detenimiento el parecer de las personas que conforman la grey católica y se encuentran a diario ante el dilema de estas problemáticas existenciales. Todo indica que la iniciativa del Papa es ir al encuentro de las situaciones reales en la sociedad antes que refugiarse en la enunciación de una doctrina. En tal sentido, la pastoral no es sino una forma de buscar el encuentro entre los principios doctrinales y las situaciones particulares concretas, en su aquí y ahora.
Puede que algunos consideren que se trata de preguntas retóricas, dado que Francisco y sus asesores conocen bien el complejo mosaico sobre estos temas. No deja de resultar estimulante que se pueda hablar, que haya derecho a alzar la voz y que las cuestiones más arduas de la vida moral puedan tratarse en los diferentes ámbitos de la Iglesia.
Es cierto que estos temas se enuncian como interrogantes en el orden pastoral sin que afecte, en principio, la doctrina tradicional. Pero cabe preguntarse qué sentido tendría abrir una vasta encuesta si después nada se modifica en lo concreto. De hecho, la misma propuesta estaría indicando la necesidad de una revisión que, tarde o temprano, tendrá una significación también en la disciplina.